Cuando la distribución en un sector está concentrada en muy pocas manos, los efectos no suelen ser los deseados. Es lo que ocurre con Amazon y los segmentos de los libros electrónicos o el audiovisual. La guerra abierta desde hace meses con Hachette, filial del grupo francés Lagardère y una de las grandes editoriales a nivel mundial, demuestran que esa posición dominante no trae buenas consecuencias.
La batalla que está librando el coloso del comercio electrónico y Hachette no es (o al menos no debería serlo) sólo un asunto de dos empresas. En esa lucha se está dirimiendo mucho más, pues muchas otras editoriales deberán negociar precios y condiciones durante este año. Y el resultado modificará o mantendrá las 'reglas del juego'.
Las razones de este enfrentamiento, bien explicado en este reportaje en The Guardian, no son nuevas. Amazon busca ganar cuota de mercado e incrementar las ventas a través de precios y márgenes muy ajustados. Para ello, exige que se reduzcan al máximo del lado del editor (por debajo de la barrera de los 10 dólares) ante la reducción de costes de un 'ebook' respecto al papel y se le dé más parte del pastel a los autores. Mientras, Hachette no quiere dar su brazo a torcer, pues implicaría un duro golpe a su negocio.
En este debate no hay blancos ni negros. Ambas partes, editoriales y el 'gigante' distribuidor, utilizan argumentos que pueden ser respaldados. Pero, al margen de ello, una de las conclusiones que se pueden extraer es que permitir una posición tan dominante de un solo actor en un segmento nunca es positivo. ¿Por qué? Porque en cualquier negociación o movimiento es bastante probable de que existan abusos de poder, bloqueos y decisiones, cuando menos, discutibles y que afectan negativamente también a los consumidores. Como está sucediendo ahora.
No es la primera ocasión en la que tiene lugar una situación así ni, seguramente, será la última. Pero, como ocurre también (salvando las distancias) con Google en multitud de negocios, cabe preguntarse si este dominio aplastante de una o dos compañías es bueno para todas las partes, especialmente, para los usuarios finales.
Mientras todo esto sucede, las autoridades de Competencia de la Comisión Europea siguen estudiando el caso. Muchos apuestan a que no intervendrá, pues lo interpretará, como en otras ocasiones, como una disputa empresarial. Pero, ¿hablamos sólo de una trifulca entre dos compañías?
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