Es su punto débil. Sí, Google, el líder mundial de la publicidad, tiene un punto débil y es el móvil. No porque no haya ganado mucho dinero con la venta de sus dispositivos o de su sistema operativo Android. Si no por cómo afecta la movilidad y la migración a pantallas más pequeñas al núcleo duro de su negocio: la publicidad online. Pese a que es su talón de Aquiles, aún no pasa excesiva factura.
"La oportunidad de ingresos es muy muy alta, pero ahora mismo el móvil no 'monetiza' tan bien como otras vías". Son las palabras ese Nikesh Arora, el hasta ahora responsable de negocio de Google. Ese es el problema. El cambio de hábitos de los usuarios va, a la luz de los datos, más rápido que la explotación de esos ingresos de los que habla la compañía.
Uno de los efectos que se achaca a esta dificultad para rentabilizar el móvil es la caída de ingresos por anuncio. En los resultados trimestrales anunciados ayer por la compañía de Mountain View se plasma una caída del 6% de lo pagado por los anunciantes por clic en esos anuncios. Es algo menor que la reducción del 9% del trimestre anterior, pero suma una nueva cifra en rojo a dos años con distintas caídas.
Aunque todo esto es cierto, el impacto en la cuenta de resultados sigue sin percibirse. El volumen de anuncios y la conquista de más cuota de mercado les compensa. Sólo hay que fijarse en las grandes cifras de ese trimestre: un 22% más de ingresos brutos (con casi 16.000 millones de dólares) y un 12% más de facturación neta hasta alcanzar los 12.700 millones.
Estos números han mejorado las expectativas que Wall Street tenía puestas en Google. Algo que no ha ocurrido con los beneficios netos, en las que se excluyen el coste de 'stock options' e impuestos, que han estado en 6,08 dólares por acción, cuando se esperaban 6,23. Los importantes gastos para sus proyectos a largo plazo, como las gafas, los drones o el 'internet de las cosas', han tenido mucho que ver.
Como recordaba el New York Times a principios de año, los ejecutivos de la compañía preferirían que la gente dejara de hablar sobre el móvil. "La gente no está distinguiendo qué hace en cada una de las pantallas, por lo que los anunciantes deben ser más agnósticos acerca de cuál es la forma en la que llega el usuario", llegó a decir Arora. El mismo Arora que anunció ayer su marcha tras diez años en Mountain View para aterrizar como vicepresidente en el gigante japonés de las telecomunicaciones Softbank.
Por ahora, parece que no hay nada que temer. La dispersión de los usuarios potenciales para su publicidad online entre aplicaciones móviles y pantallas más pequeñas y la dura competencia de otros actores como las redes sociales (entre ellas, Facebook) no impacta en su cuenta de resultados.
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