Whiskas busca a los próximos protagonistas de sus campañas de publicidad, y para eso nada mejor que dirigirse a los dueños de gatitos (que, en el fondo, somos los que compramos la comida) para que, si queremos, lancemos al estrellato a nuestros mininos.
La publicidad tradicional pierde efectividad a marchas forzadas. La dispersión de la oferta televisiva (con canales analógicos, digitales, nacionales y extranjeros, etc.), la proliferación de dispositivos pensados para evitar la publicidad (TiVo), el creciente interés de los jóvenes por medios alternativos de entretenimiento (internet, videojuegos), etc... está provocando un panorama complejo para el mundo de la publicidad más tradicional. En este contexto, los anunciantes buscan fórmulas que les permitan reengancharse al éxito, y que capten la atención de sus potenciales clientes. Una de ellas, explotada cada vez más, es la utilización de dichos clientes potenciales para elaborar la publicidad. De esta forma, no solo se consiguen campañas mucho más pegadas a la realidad de tu público objetivo, sino que además el propio proceso (la solicitud de anunciantes, el concurso, votaciones en la web, etc.) sirve como elemento de atracción y fidelización.
Así, además del caso Whiskas que motiva este post, tenemos a Bonduelle, ING, Cepsa, Filipinos... muchas empresas que han confiado en generar con sus consumidores una relación que vaya más allá del emisor de publicidad - receptor pasivo de la misma.