El pasado día 1 de enero se cumplieron 25 años de la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea, actual Comunidad Europea y de la entrada en vigor del IVA. En estos 25 años, los fondos de cohesión y los planes de reparto de Europa han dotado a España de una gran cantidad de infraestructuras que eran inimaginables cuando en aquel año 86, disfrutábamos ante la pantalla de la 1 de TVE (no existían aún las autonómicas ni privadas) de las famosas empanadillas de Móstoles y Encarna y aquel cartel del "IVA 86".
En la actual crisis, muchas voces se alzan como detractoras de todo el proceso de la Unión Europea, tanto del establecimiento de un territorio común libre de aduanas y aranceles como la unión monetaria que se ha llevado posteriormente. En este sentdo, deberíamos mirar hacia atrás, 25 años y pensar friamente en qué punto nos podríamos encontrar ahora si no estuvíéramos integrados en las estructuras políticas económicas europeas.
El IVA como tal, no fue un impuesto nuevo, fue un impuesto de sustitución sobre otros que existían en nuestro ordenamiento tributario y todas las negativas que se plantearon en la entrada, se superaron ampliamente. Gran trabajo de los estadistas europeos del momento, aunque en la actualidad, la UE se cuestiona a cada paso que da, pero muchos países, siguen confiando en las virtudes y ventajas de una unión monetaria europea. Lástima que esta unión no avance también en las políticas fiscales conjuntas con el objetivo de eliminar los desiquilibrios que aún tenemos en Europa.
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