Está cada vez más claro por qué los accidentes de tráfico y las muertes continúan en alza y también está claro por qué ninguna campaña dirigida por el Director General de Tráfico tiene mucho efecto.
Frente a los estudios y a las estadísticas de los profesionales y la constante publicidad que se da al tema, el español sigue con sus propias ideas sobre cómo actuar con su automóvil y, cuando hay un conflicto entre sus ideas y lo que dicen los profesionales, pierden los profesionales. La campaña del cinturón es un ejemplo de estos. No importa cuántas pruebas se presentan sobre que llevar el cinturón salva vidas y reduce las heridas, el español en general no está convencido y, por norma, hace lo que quiere. Es increíble que de las muertes en nuestras carreteras el 50% no llevara cinturón de seguridad puesto, y del restante 50%, muchos sólo lo llevan para que no les pillen.
El triunfo de la opinión sobre la realidad también se ve en la valoración del costo a la sociedad de los accidentes de tráfico. En un reciente estudio, 84% de los españoles infravalora el coste de los accidentes de tráfico y por mucho, cifrando el coste de cada muerto en menos de €500.000, cuando la cifra real es más que el doble, y mucho más para heridos de larga duración. Increíblemente, más del 50% cifran el coste de cada vida perdida en menos de €100.000.
Las opiniones también se equivocan en cuanto a los lugares más peligrosos, que son las carreteras secundarias, sólo el 35% piensa esto. Y otra opinión equivocada es que 66% piensa que los choques frontales son los causantes de más muertos, frente a las salidas de vía y choques laterales.
Adicionalmente, sólo el 54% piensa que los conductores son los más responsables de las accidentes. Parece que el 46% no está mirando cuando conduce, ya que, en nuestras calles, saltarse las normas de circulación es lo normal. Se tratan como recomendación y no obligaciones, recomendaciones que pocas veces se siguen.
Entendiendo que los sufrimientos emocionales son muy importantes, continuamos con la idea de que no nos va a pasar a nosotros y que, cuando hay accidente, los costos económicos no lo son tanto.
El triunfo de la opinión sobre los hechos sigue costando a la economía y mucho.
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