Según anuncian desde el Ministerio de Industria, a partir del próximo mes de abril el recibo de la luz de los consumidores acogidos a la tarifa regulada estará vinculado al mercado eléctrico mayorista, por lo que pagarán el kilovatio consumido en función de su cotización en dicho mercado.
Esta sorprendente medida viene a significar el final de las actuales subastas eléctricas que se celebran cada tres meses y que no convencen en absoluto a los usuarios. Sin embargo, el nuevo sistema traerá cola dada la espectacular volatilidad de los precios del kilovatio, que igual se sitúan próximos a cero euros que marcan cifras récord, como cuando el pasado diciembre se aproximaron a los 100 euros. De esta forma, a los consumidores que posean un contador inteligente de los que miden el consumo por horas, en el desglose de su factura le aparecerá detallado el consumo en cada momento así como el precio que del kilovatio en el momento del consumo. Mientras tanto, para los usuarios sin este tipo de contadores su compañía eléctrica calculará la media del período de facturación. Pese a que desde el Gobierno aseguran que el recibo de la luz bajará un 3 % con este nuevo método, yo más bien diría que las sorpresas en el recibo pueden ser mayúsculas si el precio del kilovatio se dispara.
Imagino que pensando en este posible escenario las compañías eléctricas también van a ofrecer la posibilidad de contratar una tarifa plana que permitirá pagar lo mismo por cada kilovatio, independientemente de su precio en el mercado mayorista. Sin embargo, el problema aquí es que desde el propio Ministerio de Industria aseguran que será una opción más cara dirigida sobre todo a empresas con un consumo eléctrico elevado.
Ante este nuevo panorama que se nos avecina, la pregunta que nos queda por hacernos es: ¿es el sistema de fijación de precios mayorista lo suficientemente transparente como para confiar al mismo el recibo eléctrico de los usuarios?
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