En los últimos meses hemos visto una especie de subasta organizado por el gobierno boliviano con varias empresas extranjeras, muchas muy grandes, con el objetivo de organizar la explotación de sus reservas de litio. Este metal tiene varios usos industriales, incluyendo su uso importante en baterías, generando voltajes notablemente por encima de las alternativas.
Con el desarrollo de productos cada vez más pequeños, los fabricantes están buscando fuentes de energía también cada vez más pequeños y portátiles y las baterías de litio están llamando mucho la atención. Por eso el mundo interesado en estos temas está mirando hacia Bolivia, que tiene la mitad de las reservas mundiales conocidas de litio, especialmente en Salar de Uyuni que, con sus 12.000 kilómetros cuadrados, es el mayor desierto de sales del mundo. Con el aumento de la demanda y la subida de su precio, de 350 dólares que costaba en 2003 hasta los 3.000 dólares en 2009, Bolivia está en el punto de mira de los fabricantes de automóviles, de productos electrónicos, de las mineras y de muchos otros.
Con este entusiasmo hacia sus reservas de litio, el gobierno boliviano quiere que este fuerte interés se convierta en compromisos de ingresos importantes para el país y, muy importante, quiere que se desarrolle una industria local más amplia relacionada con el uso del litio, es decir, con más valor añadido, unos objetivos que me parecen muy loables.
Para llevar la explotación adelante, el gobierno boliviano había decidido elegir una multinacional como socio, aunque siempre manteniendo el control del proyecto o proyectos. Con sus expectativas, parece que no le está gustando al gobierno las ofertas recibidas y por eso ha anunciado su intención de explotar estos recursos ellos mismos. Aunque es fácil pensar que uno lo puede hacer uno mismo, siempre tendrán que negociar con las multinacionales para la salida de lo que resulte de su explotación.
Hay varios problemas con esta decisión de actuar unilateralmente. Una de ellas es que Bolivia necesita capital en cantidades altas e inmediatas y socios extranjeros traerían bastante capital para desarrollar los proyectos a escala mucho más grande y mucho más rápido.
Segundo, este tipo de proyectos requiere mucha tecnología, que es cara y difícil de implementar y socios extranjeros traerían bastante tecnología necesaria. La falta de esta tecnología implica más gasto y más retraso en los proyectos. Tercero, este tipo de proyectos son muy complicados para establecer y para operar y las multinacionales traen consigo muchas prácticas operativas y experiencia acumulada que conseguiría que los proyectos se operarían con bastante más eficiencia y rentabilidad. Cuarto, este tipo de proyectos requieren personal experimentado para hacerlo bien, rápido y eficiente. Socios extranjeros traen consigo este personal cualificado que, además, con el tiempo pueden transferir estos conocimientos al personal local.
Hacerlo ellos mismos tendrá muchas ventajas soberanas en la mente del presidente Morales pero debe entender que este camino implica muchas limitaciones que hacen cualquier proyecto más complicado, más caro, requiriendo más inversión y tardando mucho más.
He hablado en estas páginas hace tiempo que hay distintas formas de llevar estas cosas adelante y que es posible separar la propiedad de este proyectos, que puede ser importante para el país mantener en sus manos, y la gestión de estos proyectos, que puede ser compartida.
Bolivia debería considerar este tipo de alternativa, por lo menos para los primeros proyectos.
Vía | BBC Mundo En El Blog Salmón | Cuando las multinacionales se ceban con los recursos naturales de los países en desarrollo, ¿Es bueno para un país la limitación del uso de los recursos naturales? y La mejor forma de nacionalizar en Bolivia Imagen | Hans S