He estado tentado de titular esta entrada como “la administración no sabe gestionar los recortes”, pero me parecía que podía estar generalizando una situación sin tener todos los datos. Estoy seguro de que esta situación que voy a contar se da en todas las administraciones, y me lleva a pensar que seguramente, igual que no supieron gestionar el gasto expansivo de una forma razonable, ahora tampoco saben gestionar bien los recortes. Desde luego lo que he visto hoy me ha dejado sorprendido, y es que el Ayuntamiento de Madrid no sabe gestionar los recortes.
El caso que he visto es muy simple. He ido a un polideportivo municipal y me he enterado de algunas recortes a los que se están enfrentando. Los recortes son completamente indiscriminados, tanto que el normal funcionamiento del centro se ve afectado. Por ejemplo, para el año 2012 no hay presupuesto para material fungible. Es posible que a partir de del verano los alumnos de clases de tenis y padel se tengan que llevar sus propias pelotas para jugar, ya que las que están desde diciembre estarán completamente destrozadas. Casi se impone también presupuesto cero para cloro de piscina, con lo cual tendrían que haber cerrado la piscina hace tiempo, pero al final entraron en razón. Pero la cosa no sigue ahí.
Siguiendo una lógica incomprensible, cambiaron el sistema de abonos. Antes pagabas por las clases, reserva de pista o lo que fuera y te lo apuntaba una máquina en una tarjeta de cartón. Ahora hay un nuevo sistema tarjetas duras, que gasta bastante tinta. Pero no hay tinta. Es decir, no se pueden reservar pistas, horas de piscina, cambios de grupos… De hecho ni los profesores tienen listas de los alumnos en sus clases. La idea fabulosa de tener unas instalaciones desaprovechadas, que no se pueden alquilar, hace que los recortes generen más déficit.
Todos sabemos que hay que reducir el déficit, es insostenible, pero es necesario pensar muy bien cómo hacer los recortes. Si el déficit que genera una instalación deportiva es muy alto, podemos hacer tres cosas: primera, cerrarlo y echar a todo el mundo. Es un corte de raíz, cuando las cosas vayan mejor seguramente será muy caro ponerlo en funcionamiento, pero desde luego es rápido y eficaz. Segundo, venderlo o alquilarlo. Se lo das a una contrata, se deja que fijen precios y que se encarguen ellos de sacar partido a las instalaciones. En este caso el personal también iría a la calle, y esta opción puede ser más rentable que la anterior, además de que las instalaciones siguen mantenidas y se pueden recuperar en unos años. Tercera, recortar el déficit sin afectar a la calidad del servicio. Esto se haría subiendo precios, bajando gastos superfluos y bajando sueldos.
En cambio se ha optado por una vía completamente ineficiente. Se recorta indiscriminadamente, con lo que pierdes clientes que pagan por su uso, pero mantienes los gastos corrientes más altos, los sueldos de los trabajadores. Esto lo único que consigue es deteriorar el servicio y ahondar en el déficit que tiene este servicio.
No he querido a entrar a valorar cuál es la mejor salida ni tampoco si es una buena idea que los ayuntamientos tengan determinados servicios. Pero sí quiero hacer notar que los recortes se pueden hacer de muchas maneras y si se hacen mal podemos ahondar en el déficit. Sólo recortando gastos no se logra bajar el déficit, necesitamos tomar decisiones acertadas, y tengo la impresión de que este caso particular que he contado es bastante generalizable.
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Imagen | Roberto García