Según publica El Economista en su edición digital de hoy, ya se conocen las condiciones del rescate al sistema financiero español. El préstamo de hasta 100.000 millones de euros que solicitó formalmente ayer el gobierno español se devolvería en 20 años, con cinco de carencia durante los cuáles sólo se pagarían los intereses de la deuda, mientras que la amortización del capital no se empezaría a devolver hasta 2017.
He de reconocer que esta noticia me ha sorprendido bastante, ya que en teoría las condiciones del rescate bancario español debían cerrarse antes del 9 de julio y aún no ha habido ninguna declaración oficial al respecto, por lo que deberíamos tomar la noticia con cierta precaución.
Se ignora, sin embargo, el tipo de interés en el que se movería la operación, aunque todo apunta a que oscilará entre el 3 y el 4%. No obstante, lo cierto es que 100.000 millones son muchos millones, y más para una economía tan maltrecha y asfixiada como la española. Sean cuales sean las condiciones finales del rescate, estas han de ser lo suficientemente flexibles como para no ahogar la economía española a corto plazo y, a su vez, estas condiciones no deben traducirse en una “patada hacia adelante” del problema, para no perjudicar a futuras generaciones. Muy complicado lo que pido, lo sé.
Sea como fuere, lo que está claro es que el Gobierno de España debe apostar por el crecimiento ya no sólo para poder pagar el rescate, sino para conseguir que la economía española salga del bache lo más pronto posible. Para lograr esto es crucial luchar contra el paro, la gran lacra de este país. Sólo en un país donde sus ciudadanos tengan trabajo se podrá luchar contra la crisis. Tirar la toalla en la lucha contra el desempleo equivale a abandonar a un país a su suerte.
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Imagen | Partido Popular de Melilla