Hace un rato Remo nos ha contado las pequeñas reformas que va a ejecutar el Gobierno en el sistema de pensiones para hacerlas más sostenibles. Pequeñas reformas que no son tan espectaculares como el índice de actualización o el factor de sostenibilidad, pero que pueden hacer que pasemos de un sistema contributivo a uno asistencial.
Ya lo comentamos hace tiempo por aquí, cuando Salvados hizo un tratamiento bastante superficial de este tema, pero es el momento de volver a insistir porque es un tema que va a ser recurrente en los próximos años.
Los cambios tienen que ver con que el Gobierno ya elevó este año un 5% la base máxima de cotización, y tiene pinta que para el año que viene vamos a tener otro 5%. Con estos cambios la base máxima de cotización quedaría fijada en los 43.164 euros anuales. Sin embargo la pensión máxima se mantiene en 35.673 euros. Si el Gobierno sigue así, subiendo la base máxima de cotización y congelando las pensiones (vamos, subiendo un 0,25% su importe) estamos desligando lo pagado de lo cobrado.
Si a esto le juntamos con que las pensiones mínimas suelen subir más a menudo (algo que ha pasado con el Gobierno de Zapatero y que no me extrañaría ver en los momentos finales de la legislatura), podemos pasar de un modelo de pensiones contributivo (bismarkiano) donde la pensión es proporcional a lo cotizado a uno asistencial (beveridge) donde da igual lo que cotices, la pensión es más o menos fija.
Esto es un cambio profundo. Por supuesto, es debatible, a lo mejor el modelo contributivo no es sostenible en el futuro, pero es un cambio tan fundamental que debe hacerse con luz y taquígrafos, no con pequeños cambios que además son populistas (¡subimos las mínimas! ¡Subimos las bases máximas de cotización sin subir la pensión máxima!).
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