El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicó ayer el indicador de confianza del consumidor (ICC) correspondiente al mes de marzo. En el mismo se observa como la confianza de los consumidores aumentó respecto al mes anterior debido, en gran medida, a una mejor valoración de la situación actual y de las expectativas.
En concreto, el índice se situó el pasado mes de marzo en 76,3 puntos, 4,8 puntos por encima del de febrero. Sin embargo, sigue estando por debajo de los 100 puntos, que es el límite entre una percepción optimista y una pesimista de la situación actual. Pese a ello, el incremento respecto a marzo de 2013 es de 24,2 puntos, por lo que es más que evidente el aumento de la confianza de los consumidores durante el último año. En general, se observa como los consumidores son más optimistas respecto a la mayor parte de las variables económicas: mejora la percepción de la situación actual, del mercado de trabajo, de la situación de los hogares y las expectativas en general. Sin embargo, ¿estamos ante un espejismo?
La situación económica actual de nuestro país sigue siendo muy delicada: el PIB no crece al ritmo suficiente como para generar empleo, el consumo interno sigue estancado, la deuda pública asciende imparable, tenemos unos de los mayores déficits públicos de la UE, etc. Entonces, ¿por qué mejora la confianza del consumidor?
Es probable que estemos ante la consecuencia más evidente del discurso triunfalista del Gobierno: la población se agarra a cualquier brote de esperanza. Todos queremos que la situación económica mejore y los políticos lo saben. Ellos repiten por activa y por pasiva que todo va a mejor y la población está ansiosa por comprar ese discurso. No quiero ni imaginarme qué podría ocurrir si estas esperanzas vuelven a irse al traste.
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