La economía de Estados Unidos lucha en forma desesperada para recuperarse de la que hasta el momento es la peor crisis financiera desde la Gran Depresión de los años 30. Sus esfuerzos se encaminan a evitar superar ese hito, aunque dado el impacto que vive el comercio, la demanda y el empleo, no es tarea fácil. La actual crisis se abre paso dentro y fuera del sistema agotando parte sustancial de las políticas ortodoxas. En esta batalla no quedan municiones y aunque la Fed agotó todos sus cartuchos, ahora planea una operación de avanzada para inyectar más dinero en el mercado y atacar a ese enemigo temible que es la deflación. Como informamos hace 18 meses, la inflación es ahora una pócima curativa.
La deflación es el fantasma que recorre a las economías más complicadas tras el cese del crédito y del dinamismo económico. La maldición del dinero fiduciario, y el colapso del esquema ponzi generado en las últimas tres décadas, ha desatado ahora la caída en las ventas y el hundimiento de los precios. Este proceso de contracción ahuyenta la inversión y por ende la eventual mejora en el empleo. El derrumbe de los precios, además, posterga las decisiones de compra, pues, si mañana estará más barato, ¿para qué gastar ahora?.
Esto hace que las cosas pinten mal para todo el comercio mundial y basta recordar que Estados Unidos consumía el 50% del producto global. De ahí que los países más afectados sean aquellos directamente vinculados a su comercio. Sin embargo, lejos de reconocer que la situación es delicada, se inventan recuperaciones inexistentes y se hace pensar que lo peor ya ha pasado cuando estamos peor que al principio. El alto desempleo y la deuda superior a tres veces el PIB es un mal presagio de lo que viene.
Bernanke reconoció ayer los péligros de lo que se avecina con una reducción sostenida de los precios, y anunció un plan para enfrentar esta seria amenaza que es la deflación. A la Fed ya no le quedan herramientas para inyectar más dinero en la economía por lo que tendrá que inventar una alambicada fórmula a través del Tesoro, quien ahora tiene las herramientas pero no los recursos. Una transferencia desde la Fed al Tesoro, es decir, desde un organismo privado e independiente hacia uno público, para que sea directamente el gobierno quien haga uso de los recursos, es lo que se está gestando en Washington.
Esta operación no es para tomársela a la ligera: durante las últimas décadas, y como parte de las políticas del Consenso de Washington, se propagó la independencia de los bancos centrales como una forma de legitimar el modelo económico monetarista. A tres años de la crisis, sin embargo, ha quedado demostrada la inoperancia de su desempeño y el golpe llega ahora a su principal eje estratégico: el banco central de Estados Unidos, la Fed. La Fed deberá subordinarse a la Hacienda Pública y abandonar su independencia, pues no hay otro camino para luchar contra la deflación (los bancos centrales se inventaron para la misión opuesta). Como vemos, la flexibilización cuantitativa comienza el desplome del principal pílar del modelo económico que ha regido al mundo en los últimos treinta años, y con el primer banco central del planeta.
En El Blog Salmón | ¿Quien ganó con el control de la Inflación?, Deuda y desempleo agravan crisis y presionan a la deflación
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