En su momento, y desde este lugar, ya denuncié el abuso por parte de la Administración y de grupos de presión de nuestra Ley de Costas del 88. Bajo el pretexto de que las playas son de todos, y con cobertura legal (y todo hay que decirlo, del Tribunal Constitucional) se atacaban principios como el de la seguridad jurídica, el derecho de propiedad, el principio de no arbitrariedad en la actuación de la Administración Pública, etc. Seguramente, de no haberse visto afectados miles de nacionales de nuestros socios europeos, de no haber existido un clamor en esos países y de no estar en la situación financiera en la que nos encontramos, hubiésemos seguido en esta situación. Afortunadamente el ministro Cañete ha anunciado que la Ley de Costas será reformada.
¿Y por dónde puede ir la reforma? Cañete habla de compatibilizar medio ambiente y desarrollo, lo que no deja de ser una generalización biensonante. Si descendemos al terreno de lo concreto, de las reclamaciones más inmediatas,un servidor desearía como mínimo las siguientes modificaciones:
- El proceso de deslinde del dominio público marítimo terrestre debe ser sustancialmente más claro, participativo, restrictivo, a la par que menos arbitrario. Aplicar como criterio el de los mayores temporales conocidos es un despropósito que, de aplicarse por igual (que no se hace) condenaría a buena parte de los cascos históricos de nuestras ciudades históricas.
- Hay que acabar con la retroactividad de la norma y empezar a a considerar seriamente el tema de las expropiaciones. Es un chiste que consideren que las concesiones que se otorgan a aquellos que son propietarios legales sean en si mismo el justiprecio de unas pseudoexpropiaciones. Si queremos un Medio Ambiente público tendremos que pagar por él. Que el ciudadano sepa lo que le cuesta gozar de ese derecho, y no se cargue sobre la espalda de terceros.
Lamentablemente me temo que la reforma acabará sustanciándose con una ampliación de las concesiones para los propietarios de inmuebles anteriores al 88, que son los verdaderos paganos, lo que sólo prolongara la agonía de unos activos zombies, cuyo acceso al mercado y a la financiación seguirá prácticamente cerrado. Eso si, las televisiones estarán a la anécdota del chiringuito, que es lo que al español de a pie le preocupa: la continuidad de la fiesta en todo lugar.
Vía | El País
Más información | Plataforma Nacional de Afectados por la Ley de Costas
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