Se suele decir que España es el país de la picaresca, al menos se considera género literario. Algo que sabemos todos a los que nos obligaron a leer el “Lazarillo de Tormes”, libro bastante recomendable. Pero hoy quiero hablar de la picaresca en la hostelería.
Hace unas semanas fuimos varios a una terraza, era un grupo en la que la mayor parte de los presentes eran extranjeros, estudiantes de español con poco dinero. Aparte del mal trato que recibimos por parte del camarero se unió que intentó cobrarnos más de la cuenta. Lo cual no sería raro, un error lo tiene cualquiera, aunque estamos seguros de que no lo era. En vez de calcular la cantidad se nos dijo uno superior a la suma de la cuenta.
Pero según se nos quejaron a los españoles, no era la primera vez que les pasaba. Estaban tan sólo un mes en España y ya habían sufrido la picaresca de la hostelería, y aseguro que no eran “tontos con dinero que se lo merecían”. De hecho dos de los cinco extranjeros estaban becados para aprender español. Sin contar que el desprecio que me merecen las personas que se autojustifican para hacer aquello que no es correcto.
Al final este sentido de la picaresca que tanto se justifica por parte de aquellos que la practican nos va acabar pasando factura. Obviamente esto es un caso excepcional, pero en un país cuya economía depende del turismo desde hace tanto tiempo y que mantiene a flote el sistema, no se debería de estafar a todo aquel que viene a gastarse su dinero aquí.
Tengamos en cuenta que a pesar de la creencia popular de que todo aquel que viene del norte de los Pirineos o al otro lado del Atlántico tiene un poder adquisitivo muy alto, eso no es cierto para nada. Los precios en Francia, Inglaterra o Alemania son más altos que en España, pero no mucho más. Los sueldos son más altos, pero eso no significa que todos los que vienen de fuera son acaudalados.
Aparte tenemos una fuerte competencia, y creciendo a la hora de atraer turistas. Y los turistas no se van a sentir estafados en todos ellos. Pero poco a poco esto va a significar una mala imagen del país, y si no tiempo al tiempo. Aunque también hay que reconocer que llevamos tiempo estafando al guiri, desde los años sesenta si no me equivoco.
Supongo que es mucho pedir que exista cierto control sobre algunos sitios, yo de momento he dejado de ir al lugar en concreto. Quisieron ganar unos pocos euros más de la cuenta y han perdido a tres clientes (los tres españoles y de la misma ciudad) de por vida. Que grandes son algunos negocios, parecen estar regentados por gente que ha decidido echarlos a perder y a pesar de ellos sobreviven.
Imagen | Isacar Marín, Flickr