Ayer Nada es gratis publicó una fantástica entrada sobre el escándalo de la asignación de los nuevos canales de televisión por parte del Gobierno a través de un concurso público. Resumiendo, al final asignaron los canales a dedo sin tener en cuenta los supuestos criterios que se pedían y al final argumentan que una subasta pura y dura hubiera sido mejor que un concurso que evalúe criterios completamente subjetivos.
Estoy de acuerdo con lo que dice Nada es gratis, en este caso (y en muchos) los criterios son difusos y lo mejor es hacer una subasta y que el Estado recaude lo más posible (o se gaste lo menos posible). Podría ser así en el caso de la asignación de canales de televisión o radio, espectro radioeléctrico para telefonía móvil y seguro que se nos ocurren muchos más ejemplos.
¿La subasta es lo mejor siempre?
Sin embargo la subasta (es decir, el precio) no es el mejor mecanismo para otras licitaciones. En la propia entrada de Nada es gratis se menciona BiciMAD, tema que ya hemos tocado aquí. Se decidió por una solución espectacular sin experiencia y ha sido un desastre. Pero en ese caso la subasta también podría haber sido un desastre pues una empresa (por ejemplo la misma que ganó) se podría haber presentado sin la experiencia suficiente con tal de lograr una referencia para entrar en otras ciudades.
De hecho en Madrid hemos visto como el nivel de limpieza de las calles se ha deteriorado desde el último contrato de limpieza licitado por la anterior alcaldesa, Ana Botella. ¿El motivo? El único criterio para la asignación de la licitación fue el precio, y la limpieza es básicamente tener a gente en la calle limpiando. Menos dinero, menos personal, menos limpio. ¿Es lo que queremos? Ya fue polémica la rebaja que se hizo al precio de licitación a sobre cerrado, imaginemos a cuánto se podría llegar en el caso de una subasta... menos precio, sí, pero mucha menos calidad.
Por tanto hay que tener cuidado con las licitaciones. Lo ideal es que haya interventores que no permitan que los criterios de los concursos sean subjetivos sino por datos objetivos. Y que el precio tenga un peso pero también la calidad del servicio a ser prestado. Como digo, quizá en el caso de las televisiones lo único que cuenta es el precio (y evitar monopolios) pero en otros casos no es la mejor solución.
Imagen | ryanmerritt