Microestados europeos: La atomización del estado que permite gozar de altos niveles de bienestar

Microestados europeos: La atomización del estado que permite gozar de altos niveles de bienestar
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Los microestados europeos suponen un desafío en toda regla a la concepción tradicional de los mecanismos y la visión nacional de un país. A pesar de una extensión territorial insignificante y en nulo peso dentro del contexto global de potencias, estos estados alcanzado una alta calidad de vida con unos estándares superiores Europa.

Representan el modelo más cercano a la filosofía económica del anarcocapitalismo que promueve en la eliminación del Estado bajo un sistema de servicios públicos ofertados íntegramente por empresas privadas. Este modelo sería la contraposición a la tendencia actual de la formación de grandes bloques económicos en forma de macroestados.

En las siguientes líneas, definiremos qué entendemos por microestados europeos y seguidamente, analizaremos cómo han desarrollado sus respectivas economías hasta sus actuales niveles de bienestar.

¿Qué son los llamados microestados europeos?

No existe una medición específica consensuada para hacer referencia a los llamados microestados europeos. Si tenemos en cuenta los 10 países más pequeños de Europa en términos territoriales tenemos los siguientes: Ciudad del Vaticano (0,44 km2), Mónaco (1,95 km2), San Marino (61,6 km2), Liechtenstein (160 km2), Malta (316 km2), Andorra (468 km2), Luxemburgo (2586 km2), Montenegro (13812 km2), Eslovenia (20273 km2) y la ex República Yugoslava de Macedonia (25713 km2).

Observando la población, la lista anterior se repetiría en gran medida: Ciudad del Vaticano (824), San Marino (31.817), Mónaco (32.796), Liechtenstein (34.761), Andorra (84.525), Islandia (306.694), Malta (403.532), Luxemburgo (474.413), Montenegro (672.180) y Estonia (1.340.122).

No obstante, una de las definiciones más comunes para hablar de microestados es la presentada por Georg Jellinek, quién señaló que deben ostentar tres criterios constantes: población, territorio definido y poder soberano. Además, la Convención de Montevideo (1933) señaló que además de los criterios G. Jellinek, el Estado debe tener la capacidad de entablar relaciones internacionales. Así pues, Andorra, Mónaco, Liechtenstein y San Marino serían los microestados que albergan estas cuatro características.

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El nacimiento de estos países viene dado por la combinación de dos factores: Eran protectorados de vecinos más grandes y, eran demasiado pequeños para movilizar recursos para su invasión.

Como ejemplo del primer punto, tanto Andorra como Mónaco eran protectorados franceses y lo habían sido durante siglos. Liechtenstein fue inicialmente parte del Sacro Imperio Romano, brevemente bajo el control francés como parte de la Confederación del Rin y luego un protectorado del Imperio austríaco.

En casi todos los casos, el poder militar era más bien escaso o nulo y, por lo tanto, no representaban una amenaza directa para sus vecinos. Tenían pocos recursos naturales y, en consecuencia, tenían poblaciones pequeñas, ninguna de las cuales valía la pena invadirlas para explotarlas.

Los altos niveles de renta de los microestados europeos

Partimos de unas economías cuyas limitadas posibilidades del comercio interno y recursos naturales han impulsado la apertura y por ello, dependan en gran medida de la exportación y la afluencia de capital extranjero. En consecuencia, están más expuestas a influencias externas que los de los países más grandes.

La flexibilidad y la apertura al comercio mundial han sido las piedras angulares de la economía moderna de estos microestados. La existencia de barreras mínimas al comercio y la inversión fomenta una actividad económica dinámica, y un sistema regulador sencillo, transparente y racionalizado apoya a un sector empresarial innovador. Como hecho curioso, en la mayoría de microestados europeos el número de empresas registradas supera el número de habitantes.

Estos países han impulsado políticas económicas especiales, que principalmente se centra en unos impuestos especialmente bajos y prácticamente no existen las restricciones para la inversión extranjera. Este modelo económico les ha llevado a los niveles más altos de poder adquisitivo.

Si miramos los impuestos de nuestra vecina Andorra, podemos apreciar un fuerte diferencial impositivo frente a los socios europeos: El Impuesto General Indirecto asciende al 4,5% y al 9,5% en operaciones proporcionadas por los servicios bancarios y financiero. El Impuesto de Sociedades para las empresas no residentes y el Impuesto sobre la Renta únicamente es el 10%, y no se establecen impuestos para dividendos e intereses.

Gracias a esta fiscalidad baja, nos encontramos que la renta per cápita en paridad de compra de poder adquisitivo medido en dólares de Liechtenstein le lleva a ocupar el primer lugar, a escala global, con 139.100 dólares. Le seguiría Mónaco con 115.700 dólares, ocupando el tercer puesto. San Marino alcanzaría la misma renta per cápita que Estados Unidos, en 59.500 dólares. Y finalmente, Andorra cerraría la lista de los 4 microestados europeos con una renta per cápita de 49.900 dólares, incluso por encima de Dinamarca o Canadá.

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Los datos económicos pueden estar muy bien, pero ¿Y la calidad de vida? Desde un punto de vista de la expectativa de vida al nacer, que refleja ampliamente el bienestar de sociedad, en el primer puesto de la escala global encontraríamos a Mónaco con una expectativa de vida de 89,4 años, 4 años más que en Japón que se encuentra en segundo lugar. Si España ocupa el vigésimo segundo lugar con una esperanza de vida de 81,8 años, la vecina Andorra ocuparía el octavo lugar con una esperanza de vida de 82,9 años.

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Este proceso de apertura económica, también se traduce en que la mayoría de ellos carece de unas fronteras claramente marcadas. Por ejemplo en el caso de Mónaco forma una área metropolitana continua con sus comunas francesas vecinas e incluso muchos de sus calles cruzan a lo largo de la frontera.

La relación de los microestados con la Unión Europea

Hay que señalar que, a día de hoy, ninguno de estos 4 microestados forma parte de los considerados como paraísos fiscales por la Comisión Europea (lista negra), ya que para ello no solo deben contemplar bajos impuestos sino que deben adoptar una opacidad financiera en su sistema bancario y carecer de una actividad económica real.

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Actualmente estos microestados gozan de relaciones especiales con la Unión Europea, sin formar parte de ella, por lo que han entrado en una unión aduanera con sus vecinos más grandes para mejorar su situación económica cómo es el caso de San Marino con Italia Liechtenstein Suiza o Mónaco con Francia.

Liechtenstein es miembro de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC) y está estrechamente vinculada a a la UE a través del Acuerdo sobre el Espacio Económico Europeo (EEE), que le otorga acceso al mercado interior de la UE. También se incorporó al espacio Schengen en diciembre de 2011. En cambio, las relaciones de la UE con Andorra, Mónaco y San Marino se rigen por una serie de acuerdos que abarcan ámbitos selectivos de la UE.

Para Andorra, Mónaco y San Marino, la Comisión de la Unión Europea en 2013 llegó a la conclusión que la participación de países pequeños en el EEE no se considera una opción viable en la actualidad debido a razones políticas e institucionales.

Los tres países han expresado el deseo de mejorar sus relaciones con la Unión Europea. Andorra ha expresado su a considerar varias opciones antes de la adhesión a la UE, al tiempo que ha expresado una cierta la preferencia por un acuerdo marco de asociación. Mónaco también ha expresado su interés en seguir debatiendo las opciones para su mayor integración en el mercado interior. Por último, San Marino ha expresado su disposición a considerar una amplia gama de opciones para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos europeos, desde la pertenencia al EEE hasta un marco multilateral o bilateral

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