Esperanza Aguirre va a trasladar la máxima del neoliberalismo a las aulas académicas de bachillerato mediante la separación por resultados académicos buenos de los alumnos malos creando un bachillerato de Excelencia. Este bachillerato, responde a la máxima de “Igualdad de oportunidades pero no igualdad de resultados”. La base del neoliberalismo y el concepto de igualdad de Milton Friedman está llevado a la práctica (véase el vídeo de cabecera, largo pero muy recomendable).
El debate que se abre en este tipo de bachillerato es inmenso, pero es un debate muy necesario si realmente queremos mejorar y favorecer la formación de un capital humano con unas buenas perspectivas. Las principales críticas que han aparecido a este método, es la segregación que se lleva a cabo. UGT dice textualmente:
Cualquier centro educativo requiere de medidas y programas de atención a la diversidad que permitan alcanzar a todo el alumnado, sin excepción, y al margen de los diferentes ritmos de aprendizaje, obtener los mejores resultados académicos sin romper la equidad dentro del modelo de escuela inclusiva
Ahí tenemos el problema, dado que la formación académica debe servir para enseñar lo máximo posible a cada alumno y no enseñar en equidad, y por mucho que “nos desagrade”, no todas las mentes tienen la misma capacidad de aprendizaje ni el mismo desarrollo intelectual. Por lo tanto, el problema hay que afrontarlo desde el origen y a nivel global, no buscando la igualdad de resultado como hace el modelo actual, sino buscando la igualdad de oportunidades y maximizando los resultados.
Cualquier alumno que llegue a un aula con 3 años o con 6 años, debe contar con los mismos medios de partida. Esta es la primera premisa que se debe cumplir. Igualdad en las oportunidades y no debe existir discriminación o segregación alguna en el punto de partida porque si segregamos antes de ir evaluando el conocimiento, sí estamos discriminando.
Pero por contra al sistema actual, se debe marcar una ruta específica para cada alumno, adaptando su formación y aprendizaje a sus propias capacidades y en este momento, es cuándo cada grupo de alumnos irá desarrollando su mapa de aprendizaje en función de sus capacidad. Sin ir más lejos, a día de hoy, muchos centros disponen de aulas específicas para alumnos con problemas de desarrollo intelectual que consiguen verdaderos avances con niños con estos problemas. Es más, esta segregación es muy positiva para este tipo de alumno, al igual que refuerza el aprendizaje en el resto.
El problema no está en estos casos extremos, está en que los mejores resultados académicos se van a conseguir siempre adaptando la formación y cualificación progresivamente a lo que cada alumno es capaz de aprender. Y es una verdadera lástima que alumnos brillantes se aburran en las aulas porque aprenden en 5 minutos lo que alumnos medios aprenden en 10. Al igual que es una lástima que los alumnos que necesitan 15 minutos para empaparse de un concepto o una idea, se queden descolgados y fracasen académicamente.
El sistema educativo actual de igualdad en las aulas no funciona. Basta con mirar los datos de fracaso escolar, generado tanto por el descuelgue de alumnos malos, como la pérdida de alumnos brillantes. Por tanto, el sistema educativo debe cambiar las bases, pero no sólo en la Comunidad de Madrid, debe hacerse a nivel nacional, definiendo una verdaderas rutas de enseñanza, unos programas que primen la excelencia y unos programas que consigan la integración y aprendizaje de aquellos alumnos con mayores problemas para que tengan la máxima cualificación posible dentro de sus posibilidades.
El sistema educativo no debe perseguir una igualdad plena, debe perseguir una maximización de cada uno de sus alumnos, invertir en este modelo y extrapolarlo a todos los centros educativos, porque si sólo lo hacemos en uno de ellos, ya no partimos de igualdad de oportunidades y sí creamos clases iniciales con privilegios.
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En El Blog Salmón | Igualdad de oportunidades o igualdad de resultados, Milton Friedman y la igualdad