La obesidad puede afectar al estado del bienestar, al fin y al cabo se trata de una enfermedad que está creciendo y que tiene costes altos para la sanidad pública. Parece que hemos olvidado como alimentarnos o que comemos demasiado y eso supone un problema para la sanidad pública.
Por este motivo ahora tenemos a los gobiernos pensando en cuanto van a gastar para atajar el problema. Es decir, enseñamos a la gente a que coma lechuga y zanahorias, que dejen las hamburguesas XXL con patatas fritas y refrescos altamente azucarados y se pasen a otras cosas más sanas. Con la bajada de peso bajarán los costes en la sanidad pública, aparte de vivir mejor. Se supone que eso mejorará las cuentas públicas, de no hacerlo tal vez nos encontraríamos con que no podemos pagar la sanidad.
Pero claro, eso nos supone un dinero que, seamos claros, no tenemos. No obstante teniendo en cuenta como se ha tirado últimamente el dinero tal vez sea una buena inversión convencer a la gente para que lleve una vida más saludable con una dieta baja en sal que les permita vivir más tiempo y mejor.
Por otro lado creo que hay un par de cosas que no se han tomado en cuenta. Para empezar tenemos que las personas que sufren de muchas enfermedades autoinducidas como obesidad, cáncer de pulmón por fumar o cualquier otra suelen tener una esperanza de vida más corta, lo cual estadísticamente reduce los gastos que habrá que pagarles con la pensión. Obviamente es una forma muy macabra de pensarlo, pero es un factor a tener en cuenta si queremos verlo desde un punto de vista exclusivo de reducción de gasto público.
Por otro la obesidad no es la única enfermedad cuya culpabilidad se suele achacar a los propios enfermos. El tabaco, el alcohol, el uso de otras drogas (aunque sean obtenidas a través de Internet), supone gastos a la sanidad pública. También es muy caro el tratamiento del SIDA, el cual en la mayor parte de las ocasiones viene por no haber tomado las adecuadas precauciones.
No obstante, el problema de la sanidad pública es que tiene un riesgo moral. Si el tratamiento de una enfermedad nos va a salir gratuito, tal vez nos importe menos enfermar. Salvando las distancias es la diferencia de trato que la gente le suele dar a un coche que alquilan por dos días y de cuyas reparaciones no se harán cargo respecto el que le dan a su propio coche, incluso se alquilan con fines distintos a los habituales.
Eso puede hacer que las personas que cuidan más su salud no quieran pagar las de los demás. O incluso que fuera interesante instaurar incentivos fiscales a un estilo de vida saludable. Si por mantener un estilo de vida más saludable me bajaran los impuestos, claramente me lanzaría a hacerlo. Aunque en los incentivos fiscales ya están, un fumador paga más impuestos que un no fumador, con cada cajetilla de tabaco.
Además es muy complicado determinar cuando una enfermedad ha sido causada por el propio enfermo. El cáncer no es exclusivo de los fumadores, la obesidad puede ser por causas hormonales y el SIDA se puede transmitir por accidente. No todo es achacable al paciente. Así que parece que de momento la única forma que tenemos de bajar el coste sanitario es poner impuestos a aquello que provoca enfermedades y gastar en campañas publicitarias bastante caras. Todo ello por preservar nuestra sanidad pública.
La pregunta es ¿qué hacemos con la obesidad? Se trata de una enfermedad a la que no se le pueden poner impuestos tan fácilmente como al alcohol y al tabaco. Se ha hablado mucho de ponerle impuestos a la comida basura, pero no es la única causa de la misma. Hay personas obesas que raramente van a uno de estos locales si es que lo han pisado alguna vez en su vida. Tampoco creo que ponerle un impuesto a las calorías sea correcto. Todos necesitamos muchas para sobrevivir, algo que no sucede con el alcohol y el tabaco que son totalmente opcionales.
Parece que la única solución que tenemos para reducir la obesidad (y la factura sanitaria) es conseguir convencer a la gente de que coma bien. Lo que no sé es si gastando dinero en publicidad vamos a conseguirlo fácilmente.
Vía | Cotizalia
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