Vuelve el debate de la necesidad de los coches oficiales en los altos cargos públicos, políticos y resto de “personalidades” con necesidades especiales de transporte y seguridad con #sincocheoficial. Este debate, está intímamente unido a la seguridad personal y la austeridad y ahorro de fondos públicos.
La propuesta de UPYD de renuncia a sus coches oficiales en el ayuntamiento de Madrid y la negativa de concejales de IU a prescindir de estos coches oficiales, ha montado el revuelo en Twitter y #sincocheoficial ya corre como la pólvora. Pero el problema de fondo es la poca transparencia que tenemos en el número de coches oficiales, quiénes los usan, qué costes originan y qué métodos alternativos tenemos para que ahorro de dinero público y seguridad no vayan en direcciones contrarias. Para hacer este análisis necesitamos transparencia y la apertura de los datos de la dirección general de Patrimonio del Estado, del Patrimonio de las CCAA y del Patrimonio de las administraciones locales.
Sin ir más lejos, estos datos no son públicos y tal y como podemos leer en la web del Patrimonio del Estado, si queremos conocer el número de coches oficiales a disposición de políticos y altos cargos, nos damos con un canto en los dientes, dado que el acceso a las bases de datos está restringido para empresas adjudicatarias y organismos oficiales.
En esta opacidad, nos podemos encontrar con casos como la titularidad de dos coches oficiales idénticos para uso del Presidente de la Junta de Andalucía (que vale uno, pero ¿dos?) o que no sepamos siquiera cuantos directores generales, secretarios o altos cargos que sólo los conocen en su casa a la hora de comer dispongan de un vehículo de gama alta a su disposición con todos los gastos pagados por el mero hecho de ostentar el cargo, sin existir justificación alguna de riesgo personal. La austeridad y el ahorro debe comenzar por estos gastos superfluos, aparcando definitivamente gran parte de las flotas de coches oficiales.
En El Blog Salmón | Seguridad de los políticos o despilfarro en peluquería, No con mi dinero