De confirmarse la contracción del PIB de un 7% para México durante este año, tal como señala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la actividad productiva promedio del país azteca para los últimos diez años estará en torno a cero, viviendo una auténtica década perdida. Al fuerte golpe externo del año 2001, con una recuperación relativa a partir de 2004, se suma ahora el golpe del 2008, que ha provocado una de las más severas contracciones en ese país.
La geografía siempre ha hecho depender a México de los vaivenes económicos de su vecino del norte. Por eso, y como dice el dicho: “Tan lejos de Dios, tan cerca de Estados Unidos”, México es un buen ejemplo de los efectos destructivos de la actual crisis económica, más aún cuando los canales de transmisión se encuentran tan imbricados en el ámbito del empleo, el comercio y las finanzas.
Según datos de la Cepal, la economía mexicana se enfrenta a una nueva década perdida, después de aquella de los años 80 provocada por la crisis de la deuda y las altas tasas de interés que aplicó Estados Unidos. La actual crisis interrumpió un importante ciclo de crecimiento y mejora en los indicadores sociales, como el empleo y la pobreza. En el período 2004-2008, el PIB percápita aumentó 3%, el desempleo bajó del 11 al 7,5 por ciento y la pobreza pasó del 44 al 34 por ciento de la población. Sin embargo, todas estas cifras se están revirtiendo producto del tsunami financiero iniciado en Wall Street. El fuerte desempleo que vive Estados Unidos ha significado una caída de las remesas y una contracción en el comercio y en los flujos financieros.
México demuestra la vulnerabilidad de los países frente a la crisis, más aún cuando estos son víctimas de la violencia y el contrabando de armas y drogas. Las guerras entre cárteles de narcotráfico mataron el año pasado a más de 5.000 personas, incluyendo funcionarios públicos, policías y periodistas. México es lider mundial en secuestros (Pakistán es el segundo) y con la crisis económica la situación se tensiona al aumentar el desempleo a niveles de convulsión social.
Los acuerdos de libre comercio propuestos por Ronald Reagan, negociados por George Bush padre y firmados por Bill Clinton en 1993, no llevaron a México la prosperidad prometida ni mejoraron la calidad de vida de su gente. A grandes rasgos, los acuerdos han beneficiado a los señores de la droga y el contrabando de armamento militar, estableciendo la llamada economía de las sombras, que en verdad se aleja de la economía real. Por ello, en quince años, México no ha podido crear la suficiente cantidad de puestos de trabajo para emplear a su gente y evitar la emigración ilegal hacia el país del norte, que se ha duplicado. A ambos lados de la frontera de México con Estados Unidos, la fuerte competencia en el mercado laboral ha presionado los salarios a la baja, aumentando la desigualdad. La esperada integración económica real entre ambos países no se ha producido.
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