La oficina estadística comunitaria Eurostat confirmó ayer de forma oficial las cifras de déficit público español correspondientes a 2012. Tal y como como ya comentamos en estas páginas, el desequilibrio de las cuentas públicas de nuestro país ascendió el pasado año al 10,6 % si incluimos las ayudas a la banca, frente al 9,4 % en 2011.
Sin contar las ayudas al sector financiero, tal y como permite Bruselas, el déficit de España se situó en el 6,98 %, tras la corrección de Eurostat a la cifra del 6,7 % anunciada por el Gobierno. En líneas generales y con estos datos en frente podemos llegar a la conclusión casi inequívoca de que la retaíla de ajustes y recortes llevados a cabo por el Ejecutivo apenas han servido para disminuir el déficit público. En este contexto, las dudas sobre la austeridad radical impuesta por Bruselas están en tela de juicio. A las críticas recientes del FMI y a la polvareda levantada por los resultados del estudio económico de Rogoff y Reinhart se une ahora José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, quién ha llegado a asegurar que se han sobrepasado los límites con los ajustes.
¿Qué hacer a partir de aquí? Tal y como ha comentado Onésimo, la austeridad es el camino, pero con matices. En ese sentido, ya empiezan a correr rumores serios sobre una relajación bastante importante del objetivo de déficit para España en el presente año, que se podría dejar en el 6,5 %, y de la concesión de dos años más para alcanzar la cifra mágica del 3 % sobre el PIB.
En definitiva, aunque el futuro no se muestra nada esperanzador, parece ser que va tomando forma la creencia generalizada de que una sobredosis de recortes a diestro y siniestro no conseguirán sacar a Europa de la recesión. En este sentido, es posible que en los próximos días se tomen decisiones muy importantes que podrían marcar el devenir de nuestra economía. ¿Lo harán con una tijera en la mano?
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