La comparecencia de Fernández Ordóñez en el Senado y su posterior rueda de prensa ha servido para intentar desviar la atención del problema verdadero de España. Según Ordóñez, si se consigue reducir el déficit público, los mercados volverán a confiar en nosotros y verán la fortaleza y solidez de nuestras entidades financieras. No obstante reconoció que el verdadero cáncer de nuestra economía se encuentra en la alta tasa de desempleo (sólo hubiera faltado que le pareciese adecuada).
Ahora vamos a lo que es realmente importante y que Fernández Ordóñez no quiere oir ni hablar de ello. Estoy pensando en el crédito promotor concedido (325.000 millones de euros) morosidad de nuestras entidades en ascenso (por encima de 100.000 millones de euros) y créditos asociados a la construcción por encima de 125.000 millones de euros, de los cuales, se van a tardar unos pocos años en recuperar y otros muchos, pasarán a dormir el sueño de los justos en la pérdida contable del balance de las entidades.
Con estos datos, la exposición inmobiliaria de las entidades, la tasa de paro y las pocas perspectivas de recuperación del empleo a corto plazo, no es descabellado pensar que muchas de nuestras entidades financieras no son tan sólidas ni tan robustas como quisíeramos. Un ejemplo sencillito, Cajasur, cuando contabilizaba “ad-libitum” supo camuflar más de 660 millones de euros en pérdidas que han salido a la luz después de la auditoria ¿cuántas artimañas contables y financieras ocultan nuestros sólidos bancos? ¿Cuántas Cajasur tenemos realmente? Dan escalofríos pensarlo.
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