Esta semana que acaba, uno de los grandes protagonistas ha sido Citigroup, más conocido por su buque insignia, Citibank. Se trata de un grupo financiero que, a a pesar de las sucesivas crisis de su dilatada historia, se ha convertido en el núcleo de un imperio financiero con nombres de relieve como Travelers, Primerica, Smith Barney, etc. Pues bien, parece que estamos asistiendo a fuertes tensiones que pueden acabar con la nacionalización del grupo o con el desguace y venta de las distintas unidades.
Para algunos esto supone el fin del modelo de Banca Universal. Y es que Citi, si me permitís que le tutee, ha explotado hábilmente durante años su imagen de Banco Universal en un doble sentido: desempeñamos todo tipo de actividades financieras, y lo hacemos en todas partes, en cualquier rincón del mundo. De alguna manera, en el imaginario personal de muchos Citi venía ser la multinacional financiera por excelencia, con los dones de la ubicuidad y de la omnisciencia. Y entre nosotros, ni lo uno ni lo otro. Citi no hacía realmente Banca Universal y por tanto su fracaso no es el fin de ese modelo. En mi opinión es la confirmación del fracaso de la banca hiperespecializada.
Y es que es mentira que el Citi desempeñase todo tipo de actividades. Se trataba más bien de un gigantesco monstruo financiero, en el que cada una de las partes trabajaba por su cuenta y riesgo, incluso dentro de una misma sociedad. Desde fuera, y habida cuenta de las fuertes limitaciones legales que había en EEUU para compatibilizar la Banca de Inversión, la Comercial, los Seguros, etc, podía parecer todo un gigante, todo un referente. Pero su coordinación era mala. Muy mala. Las distintas unidads compartían una imagen corporativa y poco más. Cualquier tipo de sinergia se perdía, y buena muestra de ello es el caso español.
Por otro lado, también es falsa esa amplia presencia internacional. Su presencia en muchos lugar era meramente testimonial, y su funcionamiento real venía lastrado por el problema antes citado. Además, la coordinación de los distintos sistemas informáticos locales convertía esa supuesta globalidad de Citi en poco más que una promesa. Un bluff en mi modesta opinión. y es que tener presencia local es fácil para un gigante financiero, lo difícil es que eso funcione como una red.
En noviembre del 2007, hace más de un año, ya avisaba del futuro que le esperaba a Citi. No ha podido cumplir con las expectativas generadas y eso se paga. Pero por favor, dejen en paz a la Banca Universal, que se ha demostrado, como en el caso español, que aguanta mejor las crisis que el modelo de otros paíse y que contribuye a unos estados financieros más sanos y robustos.
Vía|El Economista