A pesar de que no haya sido una noticia destacada, me parece muy importante la noticia que publicó ayer el diario británico Guardian y que recoge la prensa española. La FSA, la autoridad de servicios financieros del Reino Unido, estuvo a horas de decretar un “corralito” financiero en el mes de octubre de 2008.
En esos momentos se vivía lo peor de la crisis financiera. Lehman había quebrado, y en el Reino Unido se urdía contra reloj un plan de rescate bancario. La situación estaba al límite en el fin de semana del 10-12 de octubre. Tanto que si el plan no llegaba a cuajar, la FSA estaba dispuesta a hacer un corralito, eso sí, sólo aplicable a los bancos RBS y HBOS. Si se hubiera llegado a una situación tan drástica, el lunes 13 de octubre dichos bancos no hubieran permitido ni hacer ni retirar depósitos, es más, los cajeros automáticos se habrían cerrado.
En cambio llegó el rescate y la sangre no llegó al río. ¿Qué hubiera pasado si dos de los bancos más importantes del Reino Unido hubieran cerrado sus puertas a los depositarios? ¿El pánico generado habría llevado al país a un corralito general, como ocurrió en Argentina a finales de los años 90?
Y es más, una vez en ese punto, llegamos al dilema moral de siempre: ¿era conveniente rescatar a los bancos, premiando así a los malos gestores, para evitar males mayores, como podía haber sido un corralito, o se debiera haber dejado que el mercado corrigiera sus propios excesos? La tónica general de las decisiones tomadas es que el mal menor fueron los rescates. Yo estoy de acuerdo. Los males podrían haber sido mucho mayores.
Vía | El Economista
Imagen | matze_ott