En España, el tema de la inversión es bastante poco común. No me atrevería a decir que tabú, pero sí muy raro. Si llevas un tiempo invirtiendo, seguro que sabes a lo que me refiero. No es un tema de conversación recurrente del que se pueda hablar libremente en la oficina o con los amigos sin sentirte incómodo. Tampoco es fácil de comprender por los que no están metidos en el mundillo.
Hablar en tu entorno de acciones, del S&P 500 o del interés compuesto suele generar miradas raras. Algunos piensan que eres un especulador ambicioso que, por avaricia, pone en riesgo su dinero. Otros te imaginan delante de varias pantallas de ordenador como si fueses el nuevo lobo de Wall Street. Pero no, la inversión no tiene nada que ver con eso.
El problema está en que en nuestro país no hay cultura financiera. No es que haya poca, es que no hay ninguna. Y eso es un problema grave, tanto para las generaciones actuales (nosotros) como para las futuras (nuestros hijos).
En ese sentido, yo lo tengo bastante claro: quiero que mis hijos aprendan desde muy pequeños lo importante que es ahorrar y lo absurdo que es acumular dinero en una cuenta corriente bancaria para que lo devore la inflación. Sí, voy a enseñarles educación financiera y voy a enseñarles a invertir.
¿Cómo lo haré? No sabría decirte exactamente. Como imaginas, esto no va de transmitir un método paso a paso y que ellos lo implementen sin más; si tienes hijos sabrás que en realidad son ellos, y no nosotros, los que marcan el ritmo de su propio aprendizaje. Lo que sí tengo claro son los cuatro consejos de inversión que quiero inculcarles. De su lectura se derivan otros tantos, pero eso ya tendrán que deducirlo ellos.
1. No especules, invierte
Uno de los principales errores que comete cualquier persona que se acerca por primera vez a la bolsa es que quiere ganar dinero rápido. "Si invierto hoy 10.000 euros, ¿cuándo se convertirán en 20.000". Nunca. Si vas con esa mentalidad, lo más probable es que acabes palmando bastante pasta.
La bolsa no va de dar pelotazos ni de ganar dinero rápido, sino de ser constantes y pensar a largo plazo. Nadie, absolutamente nadie, ni siquiera los grandes gestores de fondos o los mejores inversores del planeta saben que va a pasar con el precio de una acción a corto plazo. Y si alguien te dice lo contrario te está tomando el pelo.
Por tanto, el primer consejo que le daré a mis hijos es que aprendan a diferenciar la especulación (querer ganar dinero rápido y a corto plazo) de la inversión (ver crecer tu dinero poco a poco y a largo plazo). Insisto, a largo plazo, inviertes; a corto plazo, especulas.
2. Empieza a hacerlo cuánto antes
Creo que la mayoría de los inversores de la sala estarán de acuerdo conmigo en que si pudiesen retroceder en el tiempo empezarían a invertir antes, siendo bastante jóvenes. Los efectos a largo plazo del interés compuesto son espectaculares, y la diferencia entre empezar a invertir unos años antes o unos años después son determinantes sobre el resultado final de la inversión.
Con un ejemplo lo vas a entender mucho mejor. Para ello vamos a suponer que conseguimos un 8% de rentabilidad anual, que es más o menos la rentabilidad media de las bolsas mundiales a largo plazo.
Si a los 20 años empezaras a invertir 200 euros al mes (2.400 euros al año), a los 65 habrías acumulado un patrimonio ligeramente por encima del millón de euros. Sin embargo, si empiezas a invertir diez años más tarde, a los 30, el patrimonio que acumularías no llegaría a los 450.000 euros, menos de la mitad.
En nuestro ejemplo, la diferencia entre empezar a invertir diez años antes o diez años después es de más de medio millón de euros. Una locura.
Como te puedes imaginar, el segundo consejo de inversión que le daré a mis hijos es que empiecen a invertir tan pronto como comiencen a generar ingresos. De hecho, aunque ellos aún no lo saben (y espero que tú no se lo digas), ya tienen un fondo de inversión contratado a su nombre y al que cada mes hago aportaciones periódicas. Ya son inversores.
3. No hagas market timing
El market timing es una estrategia de inversión que consiste en predecir cuál es el mejor momento para entrar al mercado y cuál para salir. Si la bolsa está baja, se compran acciones; y si está alta, se venden y se obtienen beneficios. En mi opinión, una soberana chorrada.
Más arriba te explicaba que es imposible saber qué va a pasar con la bolsa a corto plazo. Por tanto, hacer market timing para decidir cuando invertir y cuando no es una pérdida de tiempo y de rentabilidad.
En el blog de Indexa Capital tienen un muy buen artículo sobre este tema basado en numerosos estudios que concluyen que los inversores pierden, aproximadamente, entre un 1% y un 1,5% anual por tratar de averiguar cuál es el mejor momento para invertir. Deberías echarle un vistazo.
Mi consejo paternal en este caso será: pase lo que pase a tu alrededor, invierte una cantidad fija de dinero todos los meses. Da igual si el precio del petróleo baja, si hay una guerra en Oriente, si los tipos de interés suben, si Trump le declara la enésima guerra comercial a China o si los vikingos invaden Berlín.
Pase lo que pase en el mundo, haz tu aportación periódica a tu cartera de inversión y deja pasar el tiempo; el capitalismo y el interés compuesto harán el resto.
4. No creas que puedes ser más listo que el mercado
En general, cuando hablamos de inversiones hay dos estrategias posibles: la gestión activa y la gestión pasiva.
La inversión activa es un tipo de inversión en el que la decisión de en qué empresas invertir se toma con un criterio propio. Una persona, normalmente un gestor profesional, selecciona una serie de activos que él considera estables y rentables y crea un fondo o una cartera de inversión.
En la inversión pasiva, mientras tanto, los fondos de inversión (fondos indexados se les llama) son réplicas de índices bursátiles como el S&P 500, el Eurostoxx 50 o el MSCI World. Si una empresa entra o sale del índice, inmediatamente entra o sale de la cartera de inversión. No hay intervención humana más allá de replicar la composición del índice.
El objetivo de la inversión activa es lograr una rentabilidad superior a la del mercado; mientras que el objetivo de la inversión pasiva es lograr exactamente la misma rentabilidad que el mercado. En otras palabras, la inversión activa juega a ganar, mientras que la pasiva juega a empatar.
¿Y cuál es el resultado? Pues que a largo plazo, el 95% de los fondos de inversión activa no logran superar a su índice de referencia. Este estudio de SPIVA lo demuestra y los datos son demoledores: a 15 años vista los fondos indexados no tienen competencia. Puedes ampliar la información en este otro artículo.
Mi consejo en este caso está claro: queridos hijos, no juguéis a ser Jordan Belfort en El lobo de Wall Street. Por mucho tiempo y esfuerzo que le dediquéis, lo más probable es que no logréis superar al mercado. Por tanto, la inversión pasiva (fondos indexados y ETFs) son vuestra mejor opción.
Y hasta aquí os puedo contar. Espero que esta, mi inversión más personal, me proporcione una alta rentabilidad dentro de 20 años.