Esta cantinela, que usaba yo de pequeño cuando mi hermana me decía cosas que no me gustaban es lo me ha venido a la mente al ver la noticia de que la UE planea prohibir la publicación de las notas crediticias de las agencias. Parece que mientras las noticias no eran malas, no había problema, ahora que hablan mal de mi, se lo prohíbo, porque aún hay quien se cree esos ratings y actúa en consecuencia haciéndome daño.
El problema viene precisamente porque estas agencias están del otro lado del atlántico, tal vez se les pueda prohibir que publiquen aquí sus resultados, pero no que los publiquen allá, lo que de cualquier forma irá contra la libertad de información. Si publican allá porque no hay consenso intercontinental en la prohibición, ¿las agencias de noticias no podrían hacerse eco? Es una propuesta complicada de ejecutar, además de ser algo que no ataca al problema de la desconfianza.
Ya puestos a prohibir, deberían prohibir todas las malas noticias que nos puedan afectar: los conflictos en oriente medio que hagan subir los precios del crudo, las que contengan la palabra crisis, o directamente que prohíban la palabra crisis, así ya no hay crisis porque la palabra estaría prohibida; o prohibimos que las empresas hagan públicos sus resultados si son malos, para no generar desconfianza, prohibimos también publicar los aumentos en las cifras de paro, permitiendo sólo publicar los descensos.
La propuesta de Angela Merkel de crear una agencia europea que contarrreste los ratings de las agencias americanas parece una propuesta con más sentido, si ellos clasifican según su interés, nosotros hacemos lo propio y asunto resuelto, si vamos a jugar, que cada uno saque su propia baraja.
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Imagen | Fran Carreira