Se incide poco en la importancia suprema que tiene el capital (la cuenta) para cualquier persona que quiera acercarse al siempre peligroso mundo del trading. Es frecuente que ese primer acercamiento esté gobernado por el conocido “cuento de la lechera”: si gano 100 euros al día, a lo largo de un mes son 2.000 euros, y si después opero con dos contratos en lugar de uno son 4.000…”. Millonarios sobre el papel los hay a patadas.
Pero especialmente en las fases iniciales, hay que tener una humildad absoluta y ser muy consciente de que la única forma de llevar a un fin exitoso ese cuento de la lechera es teniendo siempre a mano a la vaca. Si no hay vaca, no hay leche. Si no hay capital, no hay 100 euros diarios. Hay que empezar la casa por los fundamentos, no por el tejado.
Más adelante entraremos a valorar el interesante debate sobre los objetivos a la hora de posicionarse en el mercado, pero si tuviera que aconsejar a alguien que está empezando o tiene interés en empezar con el trading, le daría un objetivo único y muy claro: preserva tu capital. Por encima de todas las cosas. Es tan evidente, que si no empiezas por ahí, nunca vas a poder llegar al final. Te verás forzado a acabar cuando ni tan siquiera habías empezado.
Pongamos que tienes un barco y tu principal fuente de ingresos consiste en repartir mercancías por el mundo con tu barco. Seguro que buscarás las formas de navegar que te permitan llegar antes a los destinos, o estarás al corriente de las últimas tecnologías que te permitan optimizar la carga a bordo.
Pero lo que no se te ocurrirá en la vida es navegar por aguas poco profundas, zonas marcadas como peligrosas o por aguas en las que la presencia de piratas sea conocida. No lo harás porque sabes que sin tu barco, se acabó tu negocio. Entonces, ¿por qué tanta gente lleva a cabo acciones que ponen en riesgo su capital?
La explicación más razonable la encontramos en un sesgo de la personalidad de una proporción importante de los que se acercan a los mercados: la ambición. Se interesan por el trading para ganar dinero, y si ese dinero llega mañana, mucho mejor que dentro de un mes. Entonces, sin todavía tener las habilidades necesarias para afrontarse a los mercados, se lanzan a la aventura del apalancamiento.
Claro, si en el fondo, tiene su lógica: “con la cantidad de dinero que tengo, si quiero ganar mucho, tengo que apalancarme sí o sí”. Y no es mentira. El problema es que también te expones a perder mucho. En el 90% de las ocasiones, ese “mucho” acaba siendo “todo”. En el fondo, esa mentalidad no es de trading, es una mentalidad de lotería: “si me toca, que me toque mucho y ya”.
Todo trader pasa en sus inicios por una racha perdedora, que se alarga más o menos en el tiempo. Es la fase de aprendizaje, diría que siempre necesaria para alcanzar cotas mayores. Es así. El trading se aprende a base de tortazos en el mercado. La estrategia ganadora para llegar a ser un trader consistente pasa por minimizar las pérdidas en ese periodo inicial, y ser capaz de escalar poco a poco a medida que se adquieren mayores conocimientos y, especialmente, una mayor capacidad de leer el mercado.
Esto es como casi todo: empiezas con más o menos dinero y conocimientos limitados, y acabas con una cantidad considerable de conocimientos, pero ya sin dinero para ejecutarlos. Eso es lo que hay que evitar sea como sea. Como en las carreras, para acabar primero, primero hay que acabar. Preserva tu capital, permítete seguir adelante, y poco a poco podrás ir a más. La paciencia es una cualidad indispensable en este mundo.