En la situación complicada actual de los sistemas financieros, los participantes en estos sistemas siguen con su responsabilidad de asegurar que su futuro resulte ser mucho más positivo que su pasado. Continuar en el camino del pasado donde, cuando las cosas van bien, ellos y sus accionistas ganan pero, cuando llegan los problemas y la inestabilidad, todos nosotros perdemos no debe ser el camino a seguir.
Muchos, incluyendo entre nuestros comentaristas, siguen pensando que los grandes bancos no pueden permitirse caer y, por lo tanto, parece que estamos destinados a ayudarles cuando entran en dificultades. Esta no es mi opinión y ya he hablado en estas páginas de las formas en que se puede dejar un banco caer, incluso uno grande. Sólo se necesita seguir un camino moderado y controlado y, por supuesto hay que resistir las presiones cuando se proclama que será el fin del sistema capitalista si no ayudamos a los bancos con fondos públicos.
Está claro que las organizaciones financieras laboran en un sector muy complicado y los directivos tienen retos importantes para hacerlo bien. La empresa consultora, A.T. Kearney nos da un análisis de la necesidad de los bancos de gestionar la complejidad, en un sector muy complejo y nos da una metodología que ayuda en este análisis.
Aunque hay mucho que pueden hacer para reducir los riesgos que viven cada día, los bancos no pueden eliminar la complejidad que viven a diario y lo que deben hacer es entenderla, medirla y gestionarla. Esta complejidad crece incluso con el deseo de ofrecer a clientes mejores productos financieros, mejores servicios y distintos canales. No obstante, la gestión de la creciente complejidad puede traer consigo ventajas como las siguientes:
- en la reducción de gastos
- en la mejora de ingresos
- en la mejora en la satisfacción de los clientes
- en la mejora de la relación con los clientes
- en la mejora de precios.
Para poder medir esta complejidad, los bancos deben analizar los aspectos más importantes donde se puede encontrar esta complejidad, como vemos en el gráfico, incluyendo los siguientes aspectos que muchas veces no son adecuados para hacer frente a las demandas del mercado y de los clientes:
- La organización, donde se ven estructuras inadecuadas.
- Información, donde los sistemas informáticos y de gestión de información no son adecuados.
- Productos, donde el tipo y la estructura de productos tampoco son adecuados.
Las entidades financieras tienen la responsabilidad de hacerlo bien y existen formas de analizar la complejidad para ayudar a mejorar. Los que no lo quieren hacer o no lo saben hacer que busquen otra carrera y dejen el camino a otros.
En El Blog Salmón | La gestión de riesgos es clave para la banca del futuro