La noticia no es nueva, tal y como lo menciona Negocio en su página 14 del ejemplar de 24 de julio: La CNMV saca los colores a cinco gestoras por malas prácticas. Ya en abril de este año se hacía público el caso de la gestora del grupo Bankinter y de la de UBS. Ahora se conocen las malas prácticas de las pertenecientes a Morgan Stanley, Caja Cantabria, Interdin, BNP Paribas e Inversis. Casi nada. Sobre todo teniendo en cuenta que esas malas prácticas consisten en meter la mano en el bolsillo de sus clientes. O, dicho más finamente, en quedarse con un dinero que no les corresponde.
Para entender lo que ha pasado es conveniente clarificar el papel de las Gestoras en las Instituciones de Inversión Colectiva, como los Fondos. Se encargan de administrar los patrimonios que se generan con las aportaciones de los participes, de los clientes que suscriben estos fondos. Son ellos los que deciden que activos se compran y venden. Son por tanto ellos los que determinan, en buena medida, el éxito o el fracaso de esas inversiones. Y, lógicamente, cobran por ello. Lo habitual es cobrar comisiones fijas sobre el patrimonio del fondo, que en muchos casos superan ampliamente el 1%. Esa comisión, al igual que los gastos necesarios para el mantenimiento del fondo, las comisiones del depositario, etc...Se detraen antes de que se calcule diariamente el valor liquidativo que corresponde a cada participación del Fondo. El participe solo ve la rentabilidad neta, positiva o negativa, y este cliente medio no suele reparar en estos detalles. Un buen negocio para las Gestoras, pues la mayoría cobran su comisión de gestión, independientemente de que el fondo vaya bien, mal o regular. Pero para algunos se ve que no era bastante. La práctica de la que se acusa a estas gestoras es vergonzante. Los hechos, resumidamente, son los siguientes. Fondos manejados por estas gestoras invertían a su vez en fondos de terceros, en vez de comprar directamente acciones o renta fija. Es una práctica habitual y no hay nada que objetar. El problema venía en que, al ser clientes mayoristas, los fondos de terceros devolvían al cabo del tiempo parte de sus comisiones de gestión, en consideración al volumen invertido. Las gestoras, muy cucas ellas, en vez de imputar ese dinero a los fondos, y por tanto a los clientes, de donde habían sacado este dinero para invertir, se lo apropiaban. Hablamos de cantidades que en algunos casos superan el millón de euros, pero que repartidos entre todo el patrimonio del fondo no llamaban la atención. Afortunadamente, la CNMV ha andado fina obligándoles a soltar el dinerito.
Una buena medida que hay que aplaudir. Ojala siga la CNMV tirando de la manta e investigando temas como las tarifas que los intermediarios bursátiles cobran a los fondos, los tipos de cambio aplicados, las adjudicaciones de las compras o las ventas de valores entre los distintos fondos gestionados, etc..., y así poder limpiar la imagen de los Fondos. Esta vez han ganado los buenos.