El martes 14 de julio Goldman Sachs rindió las cuentas del segundo trimestre de 2009, señalando que había obtenido beneficios por 3,44 mil millones de dólares, menos de un año después de que la empresa tuviera que recibir socorro del gobierno por más de 28.000 millones de dólares para evitar su quiebra. Las ganancias son mayores a las de cualquier trimestre previo a la crisis. En ese momento, anunció que destinará 11,4 mil millones para compensar a sus ejecutivos, algo así como 390.000 dólares a cada uno de sus 29.500 funcionarios.
Los enormes beneficios fueron aclamados por Wall Street como otro signo de que la crisis puede estar llegando a su fin. El Dow Jones subió 3,1% el miércoles 15, a la espera que otros gigantes de la banca entregaran informes igualmente fabulosos. El jueves 16, JPMorgan anunció ganancias por 2,7 mil millones de dólares entre abril y junio, y el viernes 17 le tocó el turno a Bank of America y Citigroup, que anunciaron ganancias por 2,42 mil millones y 3 mil millones de dólares, respectivamente. Wall Street vivió así su mejor semana en todo el año. Esto, sin embargo, lejos de aliviar los problemas los tiende a reproducir. Veamos por qué.
Uno de los temas que más se ha debatido durante el año, y como trasfondo de la crisis, es el tema de la codicia. El modelo de la economía financiera ha permitido jugosas ganancias para unos pocos mientras una gran mayoría ha perdido el empleo. El viernes, el Departamento del Trabajo de Estados Unidos señaló que el desempleo ha superado el 10% promedio, aunque estimaciones no oficiales lo ubican en el 16,5%. Por ello el tema de la equidad distributiva se convierte en un factor crucial, algo que fue emblemático en la campaña de Obama. Más aún cuando los desempleados en Estados Unidos llegan a los 15 millones de personas. Y la cuenta sigue: IBM despedirá a 10.000 empleados de sus sedes de Europa y América del Norte. La recuperación será lenta, tal como señala Laurence Meyer.
Por eso que el resurgimiento de estos cuatro gigantes bancarios, considerados en su momento “demasiados grandes para dejarlos quebrar”, produce escalofríos a cada trabajador que perdió gran parte de sus ahorros para la jubilación en la debacle financiera. La caída de los fondos de pensiones alcanzó el 26% durante el año pasado, y esta cifra no se ha revertido. Los índices bursátiles continúan débiles y la verdadera reactivación está lejos de empezar.
¿Qué es lo que celebran, entonces, estos cuatro grandes bancos de Estados Unidos? Seguir dueños del casino, así de simple. Mientras la economía estadounidense y mundial se resquebraja por sus cuatro costados, estos cuatro bancos lograron salir de la asfixia con el dinero de todos los contribuyentes que lejos de ponerlo en circulación y al alcance de los ciudadanos, lo guardaron y lo dedicaron a hacer apuestas. El descrédito es para la Reserva Federal y el Tesoro, en los arreglos encabezados por Henry Paulson (CEO de Goldman durante 25 años), entre marzo y septiembre del año pasado. Lejos de ser para celebraciones, el estadounidense medio siente que lo han estafado. La economía no se reactiva y ya, sin embargo, hay un selecto grupo de ganadores con la crisis. Este también puede ser el inicio de la próxima burbuja.
Iagen | Kent Wang