Este verano, tanto Manuel Conthe en su blog, como Carlos López en el de euribor, han tocado el llamado caso de la subasta del dólar, o del billete de los cien dólares. En esencia, y resumiéndolo mucho, el mensaje que se intenta transmitir, o así lo veo yo es el de la supuesta irracionalidad en el que entran los participantes en dichas subastas a la hora de pujar por un bien. y pretenden trasladar dichas conclusiones a supuestos futbolísticos, licencias de telecomunicaciones, etc. Para entenderlo cito las reglas según Conthe:
Supongamos que subastamos un billete de 100 euros, en una subasta inglesa clásica (esto es, con ofertas al alza, efectuadas de viva voz en la sala de subastas). Pero introducimos una regla especial: todos los oferentes – y no sólo el ganador – tendrán que pagar el importe de la puja máxima que formulen. Supongamos, además, que las mejoras tengan que ser de por lo menos 1 euro (así, si la última puja fue de 30 euros, la siguiente tendrá que ser por 31 o más euros).
Algo distintas son las que cita Calopez:
El billete será entregado a aquél que ofrezca el valor más alto, debiendo este comprador pagar la puja que haya realizado.El solicitante que ofreció el precio inmediatamente inferior debe también pagar la puja efectuada, sin obtener nada a cambio de este pago.
En todo caso, y como anunciaba, la moraleja que se busca es la misma. Explicar la formación de burbujas, de la aparente irracionalidad de determinadas subastas, hasta de la compra de Ronaldo, etc. Pero sin embargo, y tal y como creo haber detectado en algun comentario, tengo mis dudas al respecto.
Y es que partimos, en este supuesto, de que el billete tiene un valor X, conocido por todos, y aún así se puede llegar al extraño fenómeno de que la puja se dispare muy por encima del mismo. Tas explicarlo, algunos lo trasladan a otros activos, automáticamente, y creo que ahi esta el fallo. ¿Existe un valor único, general y conocido del bien?
Pensad en el Monopoly. Es evidente que un solar no tiene el mismo valor para unos que para otros. Otro tanto ocurre en el mundo urbanístico real y las llamadas unidades de ejecución, o con los metros mínimos para poder edificar, o…siento decirlo, pero creo que no existen los valores objetivos y generales de las cosas. Y en ese sentido ese valor distorsiona las subastas.
Uno de los fundamentos del análisis fundamental, de la inversión valor en bolsa, es comprar activos que no reflejan en sus precio su potencial o su verdadero valor, o mejor dicho dicho, su verdadero valor según las estimaciones del analista. Y que decir de aquellas empresas que valen mucho más en manos de un gestor que en manos de otro. ¿Vale lo mismo CR en el Madrid que en el Manchester, genera los mismos flujos de caja, le aporta lo mismo futbolísticamente, etc?, ¿existen las sinergias?
A veces, más que de falta de lógica (que la hay) hablaría de una lógica oculta, desconocida para el usuario medio, y en que somos esclavos de nuestras decisiones pasadas.
PD: Cómo señala algún comentarista, y como sucede en la vida real, una de las mejores opciones en estos casos es dejarse de pamplinas y romper la subasta con una primera oferta muy agresiva. Lo contrario suele conducir a una agonía larga y más costosa.
Más información | El sueño de Jardiel, euribor
En El Blog salmón | Ingeniería subastera aplicada a los inmuebles, “>Aprovechar la diferencia entre valor y precio
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