He sido un ávido lector de cómics y cada día que pasa veo de más candente actualidad los tebeos de los ochenta/noventa y todo el reflejo social que llevaban implícito las firmas de Ibañez entre otros.
Onésimo nos hablaba ayer del desempleo juvenil y los múltiples factores que lo crean y no lo destruyen. Miremos veinticinco años atrás y leamos entre líneas en estos cómics, porque quizá no han cambiado tanto las cosas como nos pueda parecer en un principio.
Chicha, la chica marchosa, punk, como marcaban los cánones de la época dentro de las tribus urbanas de finales de los ochenta. En la actualidad, estas tribus están más dispersas pero existe una forma y cultura de vida alrededor de los jóvenes, Basta con que echemos un vistazo a la puerta de cualquier instituto, parque o salgamos un fin de semana por alguna zona de movida juvenil.
Preparación académica y laboral de este tipo de perfiles; mínimos dado que dentro de su jerarquía de valores no se encuentra el trabajo como prioridad, ni la formación ni las ganas de adquirir conocimientos.
Tato, el chico bajito, cegato, acomplejado y torpe por definición por los propios impedimentos que se marca. Parodia dura de la desintegración laboral y social que se puede sufrir si se tiene cualquier tipo de minusvalía. Este rasgo acentúa el pasotismo en los jóvenes en donde la búsqueda de nexos de integración les hace refugiarse en círculos que quizá no sean muy recomendables en muchas ocasiones.
Clodoveo, transformista, el chico de las mil caras, de acción fácil y reflexión nula. Vago como el sólo, en donde el comienzo del cómic y de la supuesta jornada laboral o labores de búsqueda de trabajo, él comienza tomándose una caña, fiada por supuesto, porque de dinero va con el justo. Esa caña, la podemos cambiar por una videoconsola, una moto o cualquier otra afición que haga perder el tiempo pero que no reporte ninguna ventaja competitiva.
No hace mucho, reflexionábamos sobre los jóvenes ni-ni, que podrían dejarse como una matriz general que agrupa a todos estos, pero tal y como vemos, siempre hemos adolecido de una estructura adecuada en la adolescencia y primera etapa adulta que facilite y posibilite la integración laboral de los jóvenes.
En los noventa, el principal problema que se refleja en estos cómics es la falta de cualificación laboral, la temporalidad causada tanto por la baja formación de los trabajadores como por las políticas empresariales puestas en práctica dentro de estructuras empresariales precarias en muchos casos.
En la actualidad, muy poco hemos cambiado sobre la distribución social entre los jóvenes, el mercado de temporalidad y la precariedad en los trabajos para poca cualificación. Pero la pregunta no es lo que nosotros queremos sino lo que piensan todos los que están incluidos en la franja de edad entre 16 y 25 ¿Realmente quieren ellos cambiar estos sistemas? ¿No hemos pasado todos por facetas similares y hemos madurado con el tiempo?
En El Blog Salmón | Jóvenes ni-ni: ni estudiar ni trabajar
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