El avance tecnológico nos hizo pensar a muchos en un futuro en el que trabajador y oficina no tenían por qué estar directamente relacionados. El teletrabajo irrumpía como una fórmula con muchísimas ventajas frente al trabajo tradicional: el teletrabajador actúa como su propio jefe, permite la conciliación de la vida profesional y personal, supone un importante ahorro en costes y espacio para las empresas y permite la expansión geográfica.
Sin embargo, los datos demuestran que no sólo no termina de despegar esta fórmula de trabajo en España, sino que da pasos hacia atrás: según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el número de personas que trabajan desde casa ha descendido en más de 95.000 personas entre 2013 y 2014, los últimos años con información disponible.
El teletrabajo alcanzó su cúspide en 2013, cuando alrededor de 1.281.000 personas trabajaban desde casa en España, lejos de la frialdad de sus oficinas. Sin embargo, al año siguiente esta cifra se reducía un 8 %, hasta 1.1850.000 trabajadores. Un descenso significativo y, si me lo permitís, bastante sorprendente.
Los compañeros de Pymes y Autónomos se preguntaban hace tiempo si los empresarios que eliminaban el teletrabajo de sus empresas eran retrógrados o visionarios. A la vista de los datos, parece que acertaron con la tendencia futura del mercado. Sin embargo, ¿tiene esto sentido?
Como teletrabajador, hablo en primera persona si señalo que la mejora en capacidad organizativa y productividad del trabajador que ejerce desde casa es mayor que la del que está obligado a cumplir un horario fijo lejos de la calidez del hogar y sometido a las rigideces de una oficina física.
Sin embargo, quizás el miedo a no poder controlar a los teletrabajadores haya sido el pilar principal que ha llevado a muchas empresas a continuar fomentando el trabajo tradicional, nunca lo sabremos. Tremendo error. Como ya señalamos en otra ocasión, no se puede ir en contra de la evolución profesional derivada de internet y de las nuevas tecnologías.
En El Blog Salmón | El teletrabajo es el futuro
Imagen | Chris Kempson