En una conferencia organizada por Esic, en colaboración con PricewaterhouseCoopers y Cinco Días, el filósofo José Antonio Marina comentó a los asistentes que las organizaciones deben esforzarse mucho más en explotar su inteligencia, su creatividad y la de sus miembros para llegar a niveles más altos de eficacia, tanto económica como social. Es necesario, comentó, inventar la cultura de la creación, y aseguró que una compañía es inteligente cuando soluciona los contratiempos y no produce más de los que ya existen.
Desde hace un par de meses voy en coche a mi trabajo, pero antes llegaba todos los días a una estación de cercanías en el centro de Madrid. Y llegaba rodeado de personas dispuestas a emprender una nueva jornada de trabajo, a retomar los pendientes que el día anterior dejaron sobre la mesa. A ejecutar todo un conjunto de procedimientos y procesos que regían cual normas de tráfico o articulados de una ley su funcionamiento, como empleados, dentro de su departamento. Un funcionamiento, por cuya definición es posible que la compañía hubiera llegado a contratar a un consultor. La empresa orientada a procesos. La importancia de la reingeniería de procesos. Y me pregunto yo, ¿qué hueco, qué espacio, qué lugar hay en todo eso para el desarrollo de la inteligencia? Te incorporas el primer día a tu nuevo trabajo y lo que te dicen es qué debes hacer y cómo debes hacerlo, para dar unos resultados muy concretos. Y si, por pensar, por intentar hacer las cosas de una nueva forma, algo sale mal, siempre está aquello de “no se te paga por pensar”.
Ciertamente, todo esto de la empresa inteligente y el fomentar que todos pensemos, pues, lógicamente, está muy bien y puede ser hasta fácil subirse a una tarima y comentarlo delante de un auditorio. Ahora bien, lo que no es nada fácil es el cómo trasladar esa "filosofía de empresa" al mundo laboral. Un mundo laboral y de empresa protagonizado por las cuentas de resultados, el valor de la acción, la globalización, la deslocalización de recursos, los despidos motivados por la necesidad de recortar gastos, las opas hostiles, el gobierno corporativo, ...
Hace un par de días, Gonzalo publicaba aquí mismo un artículo con los diez consejos que propone Jeff Immelt para convertirse en un buen líder. Ninguno habla de la inteligencia, de la creatividad. Y mientras escribo estas líneas escucho los estudios de Chopin y recuerdo aquella frase de George Sand que dice: "La inteligencia busca, pero quien encuentra es el corazón."
Chrs Lowney, ex-jesuita, experimentado ejecutivo del banco de inversión JP Morgan y autor del libro "El liderazgo al estilo de los jesuitas", asegura que los jesuitas desecharon el estilo de liderazgo aparatoso para concentrarse en cuatro valores verdaderos como sustancia del liderazgo: conocimiento de sí mismo, ingenio, amor y heroísmo.
Vía | Cinco Días