La ciencia de la biología está avanzando a pasos agigantados. Los avances en la genética permitirán, en muy poco tiempo, cosas que hasta hace bien poco eran de pura ciencia-ficción. Pero, como sucede con todos los adelantos, a medida que salen de los laboratorios se empiezan a meter en nuestra vida cotidiana, y en nuestra vida laboral.
Esta semana, IBM ha anunciado que va a lanzar una nueva política de privacidad con respecto a sus empleados, en la que se incluirá la promesa de no utilizar información genética a la hora de seleccionar y contratar empleados, ni tampoco a la hora de dar determinados beneficios sociales (como por ejemplo seguros médicos). Algo que, siguiendo las tendencias de "respeto a la privacidad", parece lógico.
Sin embargo, este anuncio de IBM pone sobre la mesa algunas cuestiones interesantes. Si una empresa tiene la tecnología a su disposición... ¿va a renunciar a tener esos datos que pueden ser potencialmente relevantes para ella? Evidentemente, lo políticamente correcto es decir a los cuatro vientos que no. También es políticamente correcto hablar de la no discriminación por razón de sexo, o por razón de raza. Sin embargo, las estadísticas siguen demostrando que las mujeres están peor pagadas y que tienen una peor carrera profesional que los hombres, o que la distribución demográfica en las empresas por razas no equivale a la distribución demográfica de la sociedad. Si esto sucede con algo tan evidente como la raza o el género... ¿no sucederá lo mismo con algo que es, a priori, invisible? ¿Cómo demuestro que me han discriminado por que mi ADN dice que soy propenso a tener ataques al corazón, o soy más propenso a cogerme una baja prolongada por enfermedad?
Actualmente la normativa en materia de salud laboral también busca proteger la privacidad y la intimidad de los trabajadores ante, por ejemplo, los chequeos periódicos de saludo. Ahora bien... ¿se respeta escrupulosamente, o hay "atajos"?
En general, la empresa (y más cuanto más grande) tiene mucho más poder que un trabajador individual. Es enormemente difícil vigilar la actuación de una gran empresa incluso para los Estados. Por lo tanto, será muy complicado limitar el uso no autorizado de la información genética. Naturalmente, estamos en los albores de esta polémica, y de momento tardará en ser una cuestión verdaderamente relevante. Pero solo de momento.
Vía | Expansión&Empleo Más información | El Proyecto Genoma y la ingeniería genética desde la perspectiva de los derechos humanos Más información | Diario Médico Más información | Prodiversitas