Pagafantas, bonita palabra que todos sabemos lo que significa y las connotaciones que lleva implícitas. El cachondo de IC, extrapoló hace unos días este concepto a la empresa, definiendo a los pagafantas empresariales. Pero el caso, es que el pagafantismo dentro de la empresa puede adquirir unas dimensiones épicas cuando lo aplicamos a los mandos intermedios.
Vamos a definir a un mando intermedio como el individuo que tiene responsabilidades y obligaciones sobre un grupo de subordinados y tiene que cumplir una rendición de cuentas de sus actuaciones a una jerarquía superior. Dentro de estos perfiles laborales, podemos encontrar dos tipos de personas: los que saben desarrollar esta función a la perfección y los que no saben siquiera donde tienen la mano derecha.
Cuando tropezamos con un inútil integral en el puesto que desempeña, pueden ocurrir dos cosas: los mandos superiores se percatan a la primera de cambio y le enseñan la puerta de la calle o bien, el individuo comienza a realizar una política de pagafantas de tal forma que siempre consiga salvar el culo, a costa de poner buena cara a todo el mundo, porque su único objetivo es aferrarse a un puesto por un puñado de euros mientras se intenta ligar al jefe. Cambiamos la chica por billetes de 100 euros y jefes superiores y por ahí van los tiros. Vamos a aplicar el concepto a un caso real.
Supongamos un subordinado que no está funcionando bien, que tiene deficiencias desde el primer día pero una proyección importante, es decir un diamente en bruto el cual requiere una ateción especial por parte de su directo superior, el pagafantas. Como volvemos a la tesis primera, el superior no sabe de qué va la película y tiene las mismas deficiencias en conocimientos y gestión de personal que mi perra Lua, por lo que su postura consiste en desaparecer y sonreir a los euros a la par que wsigue intentando ligarse a los jefes.
Si, desaparecer y dejar que el viento de los errores, se convierta en el huracán de los problemas. Es más fácil descansar sobre el resto de subordinados, pasar del tema argumentando tarde y mal que dedicarta a afrontar el problema desde el primer día. Pero también coincide que este pagafantas laboral aparece justo cuando nos vamos de cañas, que bien estamos todos y somos todos los mejores, en simultaneo con el jefe, dado que es su objetivo primordial.
Es más, llega un punto que el pagafantismo originado por el susodicho comienza a cantar, da tal forma que alguien se cansa y los mandos superiores cogen el toro por los cuernos y termina la historia como el rosario de la aurora. Pero curiosamente, ahí vuelve a aparecer el pagafantas flirteando con los euros y se reinventa un pasado maravilloso en donde él hizo, él llevo a cabo, él pudo, él actuó.... El flirteo continuo con el jefe no desaparece, pero el jefe sólo lo quiere porque le cubre áreas que nada tienen que ver con sus atribuciones, curiosa tesitura.
Maravilloso, si señor, el pagafantas vive en una ilusión continua en donde todo apunta hacia su proyección y su buen hacer para conseguir su único objetivo; ligarse al jefe y no perder su puesto. Salva el culo, se ligó a la más guapa, sigue flirteando con sus euros y sigue pareciendo un héroe que da pena. Pero a muchos, esos perfiles, además de pena, nos dan asco ¿Tenéis pagafantas en vuestra empresa? Yo, si, menos mal que sólo uno.
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