Desde que el desempleo se convirtiera en el más acuciante problema tras el estallido de la crisis, los focos se han colocado, en la mayoría de las ocasiones, sobre los jóvenes. Aquellos que sin formación fueron carne de cañón del boom inmobiliario, a los que se sumaban quienes con educación superior no tenían oportunidades laborales. Medidas, discursos y palabras... Pero, ¿para cuándo la atención que merece el paro entre los mayores?
En un elocuente post de Nada es Gratis, se dibuja el desolador panorama para este grupo de población, duramente castigado durante los últimos años de crisis económica. El primer trimestre de este año se cerró con 1.675.000 desempleados, de los que casi tres de cada cuatro son menores de 55 años (muy lejos de la jubilación). Tienen escasa formación y, además, llevan varios años fuera del mercado laboral. En concreto, uno de cada tres lleva más de tres años sin empleo.
Si a esos demoledores datos sumamos los del paro juvenil, el cóctel resulta, a todas luces, perfecto para hacer que este nutrido grupo de población tenga muy difícil su reincorporación al mercado laboral y, por ende, evitar su exclusión del sistema. No sólo por su escasa formación, si no por la poca atención prestada por las empresas como mano de obra útil para sus proyectos.
Y con este escenario en el horizonte, sigue habiendo una alarmante ausencia de medidas efectivas por parte de las administraciones. Como decíamos, el foco sigue puesto en el desempleo juvenil, un drama que expulsa a muchos jóvenes del mercado de trabajo y los obliga, en muchos casos, a emigrar. Y para muestra la negativa que expresó ayer la ministra de Empleo, Fátima Báñez, a ampliar la tarifa plana de 50 euros en vigor para menores de 30 años a los mayores de 45.
Hoy, junto a los incentivos para mantener en sus plantillas a trabajadores de más de 50 años, existe un ‘contrato de generaciones’ (‘premia’ la contratación de estos empleados con más experiencia por jóvenes emprendedores) que, a la vista de la falta de datos, no está obteniendo resultados. Teniendo en cuenta la gravedad de las cifras y, sobre todo, las escasas perspectivas de futuro, ¿no merece este colectivo una mayor atención en las medidas desde la esfera pública? Desde incentivos a la contratación, a una mayor concienciación de las empresas, pasando por un plan intensivo de formación. No hay medidas ideales, ni fórmulas mágicas, pero darse por vencido no debería ser el camino.
Existen muchas voces que rechazan priorizar un colectivo frente a otro, pues se trata de una discriminación positiva en un momento en el que todos los segmentos de población están atravesando por serios problemas. Y estaría de acuerdo si no fuera por la gravedad de la situación de estos mayores que, cuando se produzca la recuperación económica, lo tendrán muy complicado para volver. Mirar para otro lado no es la solución.
En El Blog Salmón | La exasperante lentitud de Europa con el paro juvenil y el crédito de las pymes, Que la bajada de la prima de riesgo no nos impida ver el drama del desempleo Imagen | Jordi@photos