Me van a llover críticas por todos los lados pero estoy harto de la demagogia con que se tratan ciertos recortes en el sector educativo. Parece ser que cada euro de menos que se destine a educación en los próximos años repercutirá en un alumnado cada vez más tonto y menos cualificado, cuando esto no es exactamente así, ni muchísimo menos. La educación española sufre un problema de baja productividad grave y esto hay que analizarlo con lupa.
Ayer, por poner un ejemplo, se hacía público que la Junta de Andalucía se vería obligada a despedir a 5.000 interinos debido a que por orden del Gobierno central, los profesores de secundaria tendrían que trabajar dos horas más de clase cada semana. Muchos se echaron las manos a la cabeza como si esta noticia supusiese la hecatombe del sistema andaluz de educación cuando esto no es así, y lo explico.
El problema, como señalo al principio, está en la baja productividad del sector. Dos horas lectivas de trabajo más a la semana no merecen una huelga ni una crítica tan dura y demagógica. Trabajar dos horas más a la semana no supone un incremento de las 24-25 horas semanales que trabaja un profesor en su centro, sino una modificación de su horario de trabajo que le obligará a pasar dos horas más en una clase en lugar de vigilar un pasillo o leer el periódico en una biblioteca, actividades menos estresantes, por cierto. Y ojo, soy profesor y me gano la vida en este mundo.
Lo volveré a repetir para que quede claro: baja productividad. La educación española es un desastre, eso lo sabe todo el mundo. Lo que muchos se niegan a entender es que más presupuesto no tiene por qué suponer necesariamente mejores resultados. De no ser así, que me expliquen como en pleno boom inmobiliario mientras el dinero caía gratis del cielo en España nuestro sistema educativo seguía haciendo aguas por todos los lados.
Nuestro sistema educativo requiere soluciones que pasan por una reordenación total del mismo. Lo que hay no funciona y cuando algo no funciona la mejor solución es cambiarlo. Un alumno no puede superar la ESO con asignaturas pendientes, por señalar un ejemplo. Y de la misma manera, el rol del profesor en este sistema también tiene que cambiar para volverse más eficiente, aunque ello suponga arrimar el hombro y trabajar un poco más. Tenemos la obligación moral de utilizar los recursos que se encuentran a nuestro alcance de la forma más eficiente posible y dejar de hacer demagogia en pro de una mejora de nuestra situación laboral personal.
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