Sería estúpido cuestionar el valor de unas buenas infraestructuras para el desarrollo de un territorio, unas comunicaciones ágiles y bien organizadas ayudan y mucho al desarrollo, favorecen el comercio tanto interno como hacia el exterior, hay infraestructuras imprescindibles, infraestructuras necesarias, pero por desgracia también hay infraestructuras hechas “de cara a la galería“.
Las grandes empresas constructoras están pidiendo una subida de tres céntimos de euro por litro en los ya elevados impuestos de los carburantes para que se recupere la capacidad del gobierno para invertir en el mantenimiento de infraestructuras. El Ministro de Fomento asegura que es insostenible mantener las infraestructuras (cuesta 2.000 millones al año según sus palabras) sin tocar o crear impuestos (euroviñeta), la Ministra de Economía asegura que no se van a subir los impuestos (a corto plazo).
No cabe duda que la construcción de infraestructuras genera puestos de trabajo, lo mismo que su mantenimiento, pero esto supone unos gastos importantes, sería conveniente que antes de plantearse la construcción de la infraestructura se tuviese en cuenta la necesidad de la infraestructura, su utilidad real, su viabilidad; y no fuesen un mero capricho para contentar a alguien.
¿Necesitamos un aeropuerto con capacidad para que aterrice un Airbus A380 en cada provincia? ¿Necesitamos que el AVE se detenga para conectar ciudades que están a 30 minutos en coche? ¿Necesitamos dos grandes puertos haciéndose la competencia (en lugar de complementarse) a menos de 25 km por mar?
La construcción de grandes infraestructuras se ha convertido en un gran negocio para unos pocos, en el que no es difícil inflar cifras de gastos a costa de los contribuyentes, con la excusa de generar unos cuantos puestos de trabajo (temporal) y de dar un “servicio” que en algunos casos (demasiados) ni era demandado ni necesario.
Queda muy bien presumir de aeropuerto delante de los nietos, pero es una hipoteca que acabarán pagando ellos, y sus coetáneos. Las infraestructuras deben servir para desarrollar una zona, no para lastrarla con deudas difíciles de pagar y que tardarán, si llegan algún día a hacerlo, en dar los réditos prometidos.
Un Ministerio de Fomento (cualquiera), debería preocuparse de estudiar las verdaderas necesidades del conjunto del país, sin anteponer intereses partidarios o locales, sin decir que sí a todo. Es de muy mal gusto gastarse el dinero de los contribuyentes en una infraestructura y luego tener que ceder a una empresa privada su explotación en concesión por no poder pagar su mantenimiento.
En El Blog Salmón | Demasiadas Infraestructuras
Imagen | Fran Carreira