Es curioso como el sector del jamón está viviendo tiempos convulsos. La crisis, por supuesto, tiene la culpa, pero también los buenos años de la bonanza que hicieron que la producción aumentara debido a la gran demanda existente.
Sin embargo al llegar estas Navidades, todo se ha venido abajo. Las cestas de Navidad son las responsables de unas grandes ventas en el sector, y como muchas empresas han decidido suprimirlas o hacerlas más discretas, las ventas se han desplomado. Ha estallado la burbuja del jamón.
Para salir del pozo muchas empresas se han visto abocadas a bajar los precios y esa estrategia es muy peligrosa. Se han roto las diferencias entre un jamón de cebo (alimentación con piensos), recebo (piensos y bellota) y bellota, y parece que todos los jamones son iguales (yo, desde luego, noto la diferencia). Además no hay una regulación clara, con los que los productores se quejan.
Sin embargo, otros están intentando sacar la producción con soluciones imaginativas de valor añadido. Por ejemplo, organizar un viaje a Granada de tres días a pensión completa, con visita a la Alahmbra y de regalo una paletilla de jamón. Por 135 euros. Es una forma curiosa de deshacerse del producto.
Ya que es difícil vender jamones de forma clásica (supermercados y empresas de que confeccionan cestas), hay que buscar otras vías, como contactar con agencias de viajes, bancos y lo que haga falta. La estrategia de ventas tiene que cambiar cuando el sector se desploma.
Sobrevivirán los que consigan sacar su producción como sea con las ideas que tengan éxito. A la vez hay que intentar bajar la producción para el próximo año, porque parece que no tiene mucho sentido seguir con los niveles de los últimos años.