Que España ha sido durante años la gallina de los huevos de oro para los operadores de telefonía fija y móvil es algo que a estas alturas poca gente cuestiona. Durante años, compañías como Movistar o Vodafone han abusado de su posición dominante para hacernos tragar tarifas extraordinariamente infladas que les han aportado unos beneficios millonarios. Sin embargo, parece que por fin ahora el mercado se está ajustando y a estos grandes miuras de las telecomunicaciones no les está quedando otra que ceder y reducir sus abruptos márgenes comerciales.
Las fuertes caídas de ingresos que han sufrido en los últimos trimestres unido a la fuga de clientes que vía potabilidad decidían romper los barrotes de este oligopolio se han traducido en situaciones complejas a las que estos dos titanes de la telefonía no estaban acostumbrados. Sus respuestas han sido cambios drásticos en sus políticas comerciales que si bien suponen una auténtica revolución respecto a lo que estábamos acostumbrados, no merecen que les carguemos de gloria ni le hagamos publicidad gratuita.
Nadie puede negar que los Movistar Fusión o las nuevas tarifas de Vodafone, que tantas portadas se han ganado desde ayer, sean buenas y competitivas. Ambos productos suponen decisiones valientes encaminadas a cortar de raíz las fugas de clientes de los últimos meses y estrechar diferencias con las baratísimas tarifas de operadores móviles virtuales (OMVs) como Pepephone o Más Móvil. Sin embargo, nadie olvida el expolio y los malos tratos comerciales de los que durante años hemos sido víctimas sus clientes.
Estaba claro que este sería un año cargado de novedades en los mercados de telefonía fija y móvil. Gracias a la irrupción en el mercado de los OMVs han llegado rebajas sustanciales de los precios de la banda ancha y de las tarifas móviles, la retirada de los subsidios a móviles para la captación de clientes y la irrupción de packs todo en uno que unifican en una misma factura ADSL, fijo, móvil e internet móvil. Sin embargo, que nadie piense que las mejores promociones ya han llegado. El mercado está que arde y a los grandes operadores no les quedará más remedio que seguir estrechando márgenes si quieren seguir siendo competitivos. El consumidor perdona pero no olvida y, por supuesto, ya no se casa con nadie.
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