Si hay algo realmente molesto en cualquier ciudad es la falta de aseos públicos decentes y limpios. Estos problemas se agudizan más aún en ciudades muy turísticas como son todas las grandes ciudades europeas. Para solventar este problema, podemos mirar por ejemplo a los aseos públicos de París, que se limpian y desinfectan después de cada uso y son gratuitos.
También podemos mirar el acuerdo de Zaragoza con las asociaciones de hosteleros, en las que aquellos bares y restaurantes que voluntariamente quieran, ceden el uso de sus aseos a todos los públicos, a cambio de una rebaja en las tasas de agua o podemos mirar el caso de Barcelona, que obliga a la apertura de los aseos para todos los ciudadanos si el local tiene terraza mediante ordenanza municipal.
Barcelona le ha perdido el respeto a la hostelería y les obliga a prestar un servicio público en sus aseos de manera gratuita y universal basándose en la cesión del espacio público de las aceras y parques por las que ya les cobra una tasa muy importante. Ahora, los hosteleros no pueden negarse a que cualquiera haga uso de unas instalaciones privadas que están pensadas para el uso y disfrute de los clientes, que tienen un coste de mantenimiento que no es despreciable y que la propia experiencia deja claro, que cuanto más uso tiene un aseo público, en peores condiciones nos los encontramos.
La mayoría de hosteleros permiten el acceso a sus aseos a cualquier ciudadano que no sea cliente, son raras excepciones las que no permiten el uso de un aseo a una persona que entra a una cafetería y pide permiso. Pero claro, es mejor hacer uso de la fuerza legislativa para que entendamos que no existe propiedad privada y que en tu casa y tu negocio, manda siempre el político de turno armado de leyes infumables.
En El Blog Salmón | La hostelería no es un servicio básico
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