El futuro de 7-Eleven, la icónica cadena de tiendas de conveniencia, está en el centro de una disputa internacional que va más allá de lo empresarial. En las últimas semanas, tras la oferta de compra de la canadiense Alimentation Couche-Tard (ACT) para hacerse con el 100 % de la compañía, la familia fundadora ha elevado la apuesta: 9 billones de yenes (60.000 millones de dólares), lanzar la empresa en la Bolsa de Nueva York y aliviar las preocupaciones de analistas financieros sobre su viabilidad.
La posible adquisición de Seven & i Holdings, matriz japonesa de 7-Eleven, por parte de ACT ha generado un fuerte rechazo en Japón, donde la marca es considerada un pilar de la sociedad. ¿La razón? Este debate no solo involucra cifras millonarias, sino también una lucha cultural entre filosofías empresariales opuestas.
Un modelo centrado en el cliente
En los últimos tiempos, Junro Ito, vicepresidente de Seven & i Holdings e hijo del fundador de la compañía, ha tomado medidas para revitalizar los valores que, en sus inicios, definieron la marca.
Inspirado por Peter Drucker, reconocido gurú de la gestión y antiguo asesor de su padre, Ito busca reinstaurar la filosofía de que el propósito de una empresa es servir a sus clientes, no maximizar beneficios para los accionistas.
Para ello, ha promovido talleres de formación para empleados y ejecutivos, con la intención de inculcar este enfoque centrado en el cliente. Esta estrategia es fundamental para diferenciar a 7-Eleven de sus competidores globales. En este sentido, si la oferta inicial de 47.000 millones de dólares por parte de la compañía Alimentation Couche-Tard se hubiese consolidado, se tema que la adquisición pueda alterar la estructura y filosofía de los 7-Eleven, poniendo en riesgo la calidad del servicio y la estabilidad laboral de miles de empleados.
Conflicto cultural y económico
En Japón, la posibilidad de que 7-Eleven pase a manos extranjeras es vista como un ataque al tesoro nacional. La cadena cuenta con más de 85.000 tiendas en todo el mundo, pero su impacto va mucho más allá de los números: representa una parte integral de la vida diaria y la cultura japonesa.
Por ello, en respuesta a la oferta de ACT, la familia fundadora de Seven & i Holdings ha propuesto una serie de medidas para mantener el control de la compañía, entre las que destaca la posibilidad de sacar a bolsa las operaciones de 7-Eleven en Estados Unidos, generando liquidez y protegiendo el ámbito japonés de la marca.
Una medida que pretende reforzar la autonomía de la empresa y salvaguardar su filosofía original frente a la presión de los mercados internacionales.
La situación actual de 7-Eleven refleja una tensión profunda entre las filosofías empresariales orientales y occidentales. Mientras que la cultura japonesa prioriza el servicio al cliente y la sostenibilidad a largo plazo, las propuestas de adquisición extranjeras se centran en maximizar el valor para los accionistas.
El desenlace de este conflicto podría tener repercusiones significativas, no solo para la economía japonesa, sino también para la forma en que las empresas abordan sus responsabilidades sociales y culturales.
En este contexto, el futuro de 7-Eleven será una prueba clave para la capacidad de Japón de preservar sus valores empresariales frente a la globalización y las presiones del mercado internacional.