Los autónomos que facturan menos de 2.500 euros al mes ganan menos que trabajando por cuenta ajena y cobrando el salario mínimo

Los autónomos que facturan menos de 2.500 euros al mes ganan menos que trabajando por cuenta ajena y cobrando el salario mínimo
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En España, una parte notable de los autónomos enfrenta desafíos económicos que los sitúan en una posición desfavorable en comparación con los empleados por cuenta ajena. Y no hablamos de aquellos con grandes sueldos, sino incluso de los que perciben el SMI.

Según datos recientes, casi el 60 % de los autónomos españoles declara ingresos inferiores al salario mínimo (1.080 euros, en 2024; 1134, en 2025), en parte debido a los tramos de cotizaciones sociales, que seguirán actualizándose en los próximos años.

Se va la mitad de la facturación

La situación no es exclusiva de nuestro país (ser freelance supone retos en todas partes), pero muchos otros países europeos cuentan con protocolos más eficaces para asegurar el trabajo por cuenta propia. Esto también repercute en las pensiones, que suelen ser más de 600 euros inferiores a las de los asalariados.

En el día a día, un autónomo con una facturación media de 2.500 euros mensuales brutos debe descontar la cuota de autónomos, que varía según la base de cotización elegida en el tramo, y otros gastos como impuestos, alquiler de local o herramientas para trabajar. Tras deducir estos costes, el ingreso neto es probable que sea  inferior al SMI neto de un empleado.

Para entender esto, a fondo, es necesario hacer una revisión de los tramos de autónomos para 2025. También hay que tener en cuenta que hay sectores y trabajos que requieren de un empleo por cuenta propia o para los que no siempre resulta sencillo acceder a un trabajo por cuenta ajena.

Imaginemos el caso de un autónomo que logra facturar 2.500 euros al mes. En paralelo, un trabajador en nómina recibe un sueldo neto de 1.323 euros (12 pagas) por trabajar en un empleo de baja o media cualificación: reponedor, cajero, repartidor...

En este sentido, pese a los últimos cambios planteados sobre exenciones del IRPF (que podrían no quedar cubiertas con la siguiente subida del SMI en 2025), el sueldo neto de un trabajador por cuenta ajena se mantiene en ese rango de 1.323 euros en 12 pagas, o 1134 euros en 14.

En cambio, un trabajador por cuenta propia debe tener en cuenta varias cuestiones extra: su cuota a la Seguridad Social (que ya tiene que apartarla él o ella, no la empresa), los impuestos sobre la Renta y los gastos deducibles relacionados con su actividad económica. De igual modo, existen otros trámites que tener en cuenta, como la presentación de impuestos, la búsqueda de clientes (no es casual: de media, un autónomo trabaja 24.000 horas más en su vida laboral), los cambios en los tramos de cotización o la ausencia de un paro al uso, en la mayoría de los casos por cese de actividad.

Un cálculo rápido supone que, en España, con ingresos modestos, el autónomo deberá abonar casi la mitad de la facturación en concepto de cuota e impuestos sujetos a la actividad.

En otras palabras, un trabajador que factura 2.500 euros y tiene unos gastos deducibles del 20 % de sus ingresos brutos (por ejemplo, en materiales, herramientas y cuota), por lo cual le tocaría pagar unas cotizaciones medias que corresponden a los 300 o 350 euros, de media (tramo 6 o 7, correspondiente a ingresos netos de entre 1.700 y 1.850 euros).

El precio de la libertad

Con este cálculo, que tendría en cuenta unos costes deducibles de unos 500 euros/mes (nada exagerado si pensamos en gasolina, herramientas o un pequeño alquiler de un local), su rendimiento neto sería de 2.000 euros. A esta cifra, habría que restar una cuota de autónomos (300-350 euros) y el IRPF estimado (300 euros). ¿Su ingreso neto? Sería de 1.350 euros.

Por descontado, además de un sueldo, los freelance tienen una serie de ventajas, como una mayor flexibilidad, cierta libertad horaria en algunos puestos de trabajo o una mayor escalabilidad del negocio. Sin embargo, pueden ir olvidándose de vacaciones pagadas, muchas de las prestaciones sociales y acceso al subsidio de desempleo (cobrar el paro). Tampoco existe una verdadera estabilidad en los ingresos, que puede verse alterada por retrasos en los pagos o cambios en el mercado.

Por ello, incluso aunque el SMI sea algo menor a los 2.500 euros de facturación del autónomo (que recordemos que no alcanza ni el 40 % de los trabajadores por cuenta ajena), la seguridad y los beneficios adicionales lo convierten el trabajo por cuenta ajena en una opción más estable.

Esta situación varía, notablemente, frente a otros países, como Alemania y Francia, donde existen sistemas de protección social mucho más fuertes para los autónomos, como los seguros de salud o el de desempleo, así como se han ajustado las cotizaciones a los ingresos reales para equiparar autónomos y asalariados.

Estrés financiero

Este ejemplo muestra como la libertad del autónomo suele venir acompañada de una mayor incertidumbre económica. El repartidor no pueden tener un repunte en sus ingresos, ni permitirse un fin de semana largo cuando le apetezca, pero su estrés financiero suele ser menor.

Por descontado, la comparativa, además, tiene presente empleados por cuenta ajena con SMI, pero la situación se vuelve más desfavorable en una comparativa abierta con empleados por cuenta ajena y funcionarios.

Es una realidad. Los salarios públicos son más altos que los privados, y los freelance lo tienen más crudo que los asalariados para igualar el mismo sueldo neto. Según Hacienda, dos tercios de los autónomos en España declararon rendimientos netos inferiores al SMI, en 2019. En 2022, seguía pasando.

En conclusión, ¿vale la pena facturar por un SMI como autónomo? Esto dependerá de cada caso particular. A priori, todo indica que, en esta situación, no es la opción más rentable. Eso sí, la vida está en los matices.

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