Un reciente discurso de Eric S. Rosengren, presidente y consejero delegado del Club Económico de Worcester, en Massachusetts, Estados Unidos, encontrado en la página de uno de los bancos regionales de la Reserva Federal, Federal Reserve Bank of Boston, nos da un análisis interesante sobre los frenos que se podrán ver para la llegada de la recuperación.
Pienso que pueden ser válidos en España también.
Los cuatro puntos que resalta y que elabora son los siguientes:
- Aunque el frenazo financiero ya ha pasado, tardará un tiempo en volver a la normalidad de los mercados financieros y de préstamos.
- Los balances de los consumidores están sufriendo y tardará un tiempo en recuperarse, incluso por la reducción en la riquiza familiar, especialmetne por la reducción en los precios de sus viviendas.
- Relacionado con esto, la fuerte bajada en los precios inmobiliarios traerá problemas colaterales, incluyendo la reducción en la mobilidad laboral, financiación para hipotecas se mantendrá restringido y se limitará la posibilidad de utilizar el valor que uno tenía en la casa para financiar otros proyectos.
- La situación económica de países que son socios comerciales importantes sigue frágil y no se debe esperar fuerte demanda de esas fuentes en el futuro próximo.
Creo que su análisis es bastante negativa y se olvida, como muchos se olvidan, que una de las diferencias de la economía global actual y de esta recesión frente a otras recesiones en el pasado es que estamos mucho más unidos, los impactos se sufren más rápido y las cosas pasan mucho más rápidas que anteriormente.
Sigo pensando que no estamos tan lejos de salir de estos problemas, aunque no todos piensan lo mismo, y que todos debemos estar pensando bastante más sobre qué clase de economía queremos que salga cuando veamos la espalda a los problemas actuales y se olviden.
Todos los programas de salvación han ido dirigidas a reestablecer la economía de antes. En mal camino vamos.
Vía | Discurso de Eric S. Rosengren En El Blog Salmón | Ya tocamos fondo, pero seguiremos ahí y Profesor Krugman ya no espera el catástrofe