Lejos quedan aquellos años en los que muchos tuvieron sueños de una Europa unida tanto en lo económico como en lo político. Tras el rechazo por parte de Francia y Holanda a la constitución europea y el parón que supone en la integración política, la desunión se ha asentado también en la economía, que parecía durante un tiempo la única que tiraba del carro europeo. Todo empezó con las increíbles palabras de varios políticos italianos que recordaban los viejos tiempos de la lira y barajaban la posibilidad de salirse del euro, algo que gracias a Dios para los italianos, ni se llegó a plantear seriamente. En los últimos tiempos el problema con la entrada de los textiles chinos ha dejado claro que las posturas de los distintos países dentro de la unión es totalmente contrapuesta, con la imposición y posterior revisión de las cuotas por de la Comisión, mientras que los países escandinavos mostraban su más claro rechazo a una política que consideraban intervencionista y que afectaba negativamente a su sector terciario así como a sus consumidores finales.
A lo largo de esta semana se ha vuelto a repetir la situación. Esta vez en la reunión mantenida entre los ministros de exteriores de la Unión para fijar la postura a seguir en las próximas jornadas de la OMC. Cuando un gran número de organizaciones está mostrando su desagrado por el inmovilismo de Europa en modificar significativamente las subvenciones agrarias, un grupo de países comandados por Francia pidieron a Peter Mandelson, comisario europeo de Comercio, que no se excediera en su labor y le recordaron su descontento incluso con las concesiones que había ofrecido con anterioridad. Las partes son claras, aquellos países en los que proteger el sector agrario se ha convertido en bandera, como Francia, frente a los países que ven como una parte substancial de las subvenciones europeas se va a un sector que ocupa a una minoría de la población y que genera una cada vez mayor polémica, al ser los países menos desarrollados los que se ven más afectados por las mismas. Y es que en estos momentos la Unión Europea está en un serio dilema cuando EE.UU. ha decidido cambiar su política y declarar que podría reducir los aranceles a la importación de productos agrarios entre un 55 y un 90 por ciento tras la ronda en Hong Kong. En respuesta, la UE confirmó ayer mismo revisar su postura, mientras que Francia mantiene su amenaza de desestabilizar las conversaciones que se salgan de su postura. Una situación compleja en la que hoy por hoy sigue primando lo local frente al bien común.
Vía | FT (en inglés) En el Blog Salmón | Agricultura: no ha cambiado nada