Según los datos publicados por el Banco de España, la deuda pública española logró cambiar de tendencia en el mes de abril al reducirse ligeramente en 7.162 millones de euros. Estamos ante el primer descenso del pasivo de las Administraciones Públicas en los últimos seis meses, el cual se sitúa en 982.762 millones, lo que representa un 96,1 % del PIB.
Es posible que muchos lectores puedan ver en este hecho un brote verde en el mercado de la deuda pública. Sin embargo, mucho nos tememos que no existe absolutamente ningún motivo para el optimismo. No en vano, todas las previsiones publicadas por los distintos organismos, tanto nacionales como internacionales, apuntan a que el endeudamiento público seguirá engordando en los próximos años. Incluso el propio Gobierno advierte en las suyas de que la deuda seguirá subiendo hasta 2018, cuando se situará en el 105,7 % del PIB.
Al hablar de deuda es irremediable remontarse al origen de la crisis económica: en 2007 el endeudamiento de las Administraciones Públicas apenas era del 37 % del PIB. Desde entonces, las dificultades para financiar el déficit público, las necesidades de las autonomías y los planes de pago a proveedores han disparado la deuda pública hasta los volúmenes actuales.
Por ello, pese a la caída de la deuda el pasado abril, lo lógico es que en los próximos meses esta vuelva a recuperar su tendencia alcista y repita marcando máximos históricos mes a mes durante al menos los próximos cuatro años. Aún tenemos problema con la deuda para rato.
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